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El 27 de enero se celebra el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto. La resolución de la propuesta, ideada por Australia, EE.UU., Israel, Canadá, Rusia y Ucrania y elaborada junto con más de 90 estados, fue aprobada por la Asamblea General de la ONU el 1 de noviembre de 2005.
El Holocausto ( ὁλόκαυστον holókauston, que en griego significa completamente quemado), Shoah (del hebreo שואה, catástrofe) o la solución final de la cuestión judía ( Endlösung der Judenfrage, en alemán) para los nazis, representa la política de la Alemania nacionalsocialista, de sus aliados y cómplices que se tradujo en la persecución y el exterminio de 6 millones de personas entre los años 1933 y 1945.
El término fue acuñado por el futuro ganador del Nobel de la Paz y superviviente de Auschwitz, el escritor Elie Wiesel, haciendo referencia a las cámaras de gas y los crematorios donde los nazis exterminaban a quienes consideraban representantes de las "razas inferiores". Además, gracias al éxito que cosechó la serie estadounidense de 1978, que utilizaba el término como título, la palabra Holocausto comenzó a formar parte de nombres de museos, monumentos, centros educativos y, en definitiva, de la historia.
La fecha del 27 de enero no fue elegida por casualidad: ese día del año 1945 las tropas soviéticas liberaron el mayor campo de exterminio, el de Auschwitz-Birkenau en Polonia, en el cual perdieron la vida entre un millón cien mil y un millón y medio de prisioneros (en gran parte judíos), según las cifras que maneja el instituto israelí Yad Vashem, más conocido como Museo de la Memoria del Holocausto de Jerusalén [entrada del blog].
"Lo contrario del amor no es odio, es la indiferencia.
Lo contrario de la belleza no es la fealdad, es la indiferencia.
Lo contrario de la fe no es herejía, es la indiferencia.
Y lo contrario de la vida no es la muerte,
sino la indiferencia entre la vida y la muerte" - Elie Wiesel
Mi visita al complejo de Auschwitz fue a finales de agosto de no hace mucho, durante un viaje por Polonia que, por cierto, me encantó y del que hablaré en futuras entradas. El recorrido puede hacerse por libre (entrada gratuita), o bien contando con las explicaciones de un(a) guía especializado(a) en el tema, opción por la que me decanté. Quería saber, conocer detalles y escuchar explicaciones más allá de las que se pueden leer en los carteles y rótulos que van marcando el campo.
Todo empieza con una frase sarcástica, Arbeit macht frei (el trabajo os hará libres), una cancela que se abre y una barrera que sube junto con un cartelito con el "Halt" (alto) colgado de ella. Los prisioneros de Auschwitz atravesaban cada día la gran puerta y se topaban con una orquesta que tocaba marchas para agilizar las salidas, las entradas y los recuentos.
El campo de concentración de Auschwitz (en alemán, Konzentrationslager Auschwitz, KL o KZ) fue un complejo formado por diversos campos de concentración y exterminio de la Alemania nazi situado en los territorios polacos ocupados durante la Segunda Guerra Mundial. Comprendía Auschwitz I (campo original y centro administrativo de todo el complejo), Auschwitz II o Auschwitz-Birkenau (campo de concentración y exterminio creado a principios de 1942), Auschwitz III, Auschwitz-Monowitz o Buna-Monowitz (campo de trabajo esclavo para la empresa IG Farben, creado en octubre de 1942) y 45 campos satélites más.
→Auschwitz (Oświęcim, en polaco) es una población del sur de Polonia situada unos 60 km al suroeste de Cracovia, en la región de la Alta Silesia. Esta región era una de las que se iban a anexionar al Reich después de la invasión alemana de Polonia de 1939; sin embargo, debido al alto grado de industrialización de la población, no resultaba adecuada para recibir a los colonos granjeros que los nazis habían previsto para los nuevos territorios. En consecuencia, la convirtieron en un campo de tránsito para someter a la población polaca que debía ser utilizada como mano de obra semiesclava.
→A finales de abril de 1940, Himmler decidió la creación del campo y nombró a su primer comandante, el SS-Obersturmbannführer Rudolf Höss, quien se hizo cargo del mando a principios de mayo hasta 1943 (reemplazado posteriormente por Arthur Liebehenschel y Richard Baer), y cuyo primer cometido fue construir las instalaciones a partir de unos barracones de obra del ejército polaco.
→Los primeros internos de Auschwitz fueron 30 criminales alemanes procedentes del campo de concentración de Sachsenhausen, que se convirtieron en los primeros apos (prisioneros que actuaban de vigilantes de los demás presos a cambio de alguna mejora en sus condiciones de vida) del recinto, y 728 prisioneros políticos polacos procedentes de una cárcel cercana. Después llevaron a prisioneros de guerra soviéticos, testigos de Jehová, elementos "antisociales", homosexuales y, por supuesto, judíos. El campo albergaba generalmente entre 13 mil y 16 mil prisioneros, cifra que llegó a 20 mil en 1942.
→Tanto como el famoso lema Arbeit macht frei (el trabajo os hará libres) fueron importados por Höss a partir de su experiencia en Dachau, su primer destino y modelo del sistema de campos nazi.
→Las o ( escuadras de protección, en alemán) dirigían los campos de concentración y exterminio, nombraban a los (unidades de trabajo formadas por prisioneros seleccionados para trabajar en las cámaras de gas y en los crematorios) y a los Kapos.
Hoy todas las instalaciones, que han sido reconstruidas, forman el Museo estatal Auschwitz-Birkenau, que la Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad en 1979. Se trata de exposiciones permanentes que muestran, en el interior de los barracones, las condiciones de vida de los prisioneros, sometidos a trabajo inhumano y esclavo y víctimas de la inanición, las enfermedades, las torturas y ejecuciones, los castigos y los experimentos en laboratorios.
"Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo" - George Santayana
Empecé la visita por el Bloque 4, en la planta baja del cual hay una urna con las cenizas de personas asesinadas a modo de recuerdo emotivo y homenaje a las víctimas de Auschwitz. Ya ahí me sentí muy impactada y me di perfecta cuenta, por si me quedaba alguna duda, de que esa no es una visita cualquiera.
En otro de los barracones se exhiben casi dos toneladas de cabello femenino que los nazis enviaban a fábricas textiles alemanas. De entre la multitud de evidencias del horror que allí tuvo lugar, la imagen de todo aquel cabello me resultó lo más demoledor, un acto repugnante. En el recorrido por otros edificios, vi montañas de zapatos infantiles y de adultos, kilos y kilos de gafas, ollas, cazos y bacinillas, brochas de afeitar, cepillos y peines, además de otros objetos de aseo personal, prótesis de todo tipo y tamaño, prendas de ropa, incluidos vestidos infantiles, talits (el chal de oración judío), y maletas, muchísimas maletas que sus dueños habían marcado inocentemente con sus nombres y lugares de procedencia esperando recuperarlas. Otra parada que me pareció desoladora.
Vi también el pijama a rayas conocido por todos, que era la ropa que llevaban todos los internos y que se completaba con unos zuecos de madera. No pude más que imaginar el frío tan horroroso que tenían que soportar durante el largo y gélido invierno polaco ataviados con semejantes ropajes, multiplicado aun por la falta de alimento y descanso, y las condiciones inmundas en los barracones.
Las colecciones se completan con fotografías, documentos históricos y pequeñas obras de arte realizadas por prisioneros y supervivientes, que recogen escenas de la vida cotidiana y constituyen un valioso testimonio de lo que allí sucedió.
Todos los presos de Auschwitz llevaban en el pecho una especie de insignia que respondía a un sistema de marcaje propio basado, principalmente, en triángulos invertidos. Estas marcas tenían significados concretos que servían para distinguir las razones por las que el prisionero había sido ingresado en el campo.
En el caso de los prisioneros judíos, los triángulos se superponían a un triángulo amarillo, formando así una estrella de David, que les identificaba como tales. Para saber más sobre el sistema de marcaje, puedes ir aquí.
Además, Auschwitz fue el único campo de concentración en que se utilizó el tatuaje como medida de identificación. Se trataba de un número de serie que acabaron llevando en la parte interior del brazo.
E n el Bloque 7 veo el interior típico de lo que eran las habitaciones (por decir algo) de los prisioneros en el campo principal. Dormían apelotonados sobre lechos de paja que, por la mañana, tenían que amontonar en un rincón de la estancia.
Me sorprendió mucho ver los aposentos de los presos que actuaban como vigilantes de los demás . Tenían gran poder sobre ellos y lo ejercían sin miramientos, aunque por fortuna, también lograron acceder a estos puestos privilegiados miembros de la resistencia, ayudando así a mejorar de alguna manera el trato a los prisioneros.
V oy siguiendo con mi visita de barracón en barracón entre alambradas, que siguen conservando los carteles advirtiendo en alemán del peligro de morir electrocutado, vallas y garitas desde donde las SS vigilaban y se resguardaban de las inclemencias del tiempo.
Llego al Bloque 11 y la explicación de lo que allí se llevaba a cabo es estremecedora. Además de castigos y torturas salvajes, como las celdas de castigo diminutas (1 metro cuadrado) donde obligaban a pasar varias noches hasta a cinco personas de pie (las mismas que por la mañana debían ir a trabajar y volver allí por la noche), en el sótano de este edificio, que obró de cámara de gas, se realizó la primera prueba en humanos con Zyklon B (o Cyclon B). Se trata de la marca registrada de un insecticida a base de cianuro fabricado por la empresa IG Farben que se almacenaba en envases herméticos y que, al entrar en contacto con el aire, producía ácido cianhídrico gaseoso (HCN).
Los condenados a morir fusilados también pasaban en la planta baja del Bloque 11 sus últimos minutos de vida. Tras obligarlos a desnudarse, salían al patio contiguo, el de castigo y fusilamiento, y se alineaban frente al llamado muro de la muerte.
A lo que parece la salida de Auschwitz , se duplica el perímetro recorrido por alambrada electrificada y el pasillo va a parar a una cámara de gas y al horno crematorio contiguo. Había llegado al punto álgido de la locura nazi.
La primera cámara de gas más o menos improvisada del Bloque 11 dio paso a otra, mayor y nueva, en un edificio cercano, que se completaba con el consiguiente horno crematorio.
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Estos hornos crematorios, construidos por la empresa Topf und Sóhne de Erfurt (¿se puede aun negar que se conocía la existencia de los mismos?) , fueron desmontados por los nazis antes de la liberación del campo y reconstruidos años después con los elementos originales para dar fe de su existencia y de la magnitud de la tragedia.
Antes de dejar Auschwitz I para dirigirme a Auschwitz-Birkenau , no dejo de ver el lugar donde vivieron los comandantes del campo (hoy habitado por una familia) y el lugar en que fue ejecutado, en 1948, Rudolph Höss tras ser capturado por los aliados, declarar en los juicios de Núremberg, ser procesado y condenado a muerte por ahorcamiento delante del crematorio. Hiela la sangre.
Todo lo que había visto hasta ahora me había dejado con el estómago encogido, desconsolada y perpleja, pero con un extrañamente creciente interés por todo lo relacionado con el monumental delirio megalómano que fue el Tercer Reich y su asqueroso plan de perpetuar la raza aria. Antes de tomar el autobús hacia Birkenau, tuve que tomarme un respiro .