Imagen: post55.es
Cuenta la historia que en un remoto lugar, de un bello municipio de Gran Canaria, la vida de sus habitantes cambió de un mes a otro por la escasez de un elemento de higiene personal necesario y fundamental, el papel higiénico. Ocurrió en San Gregorio, en Telde (Gran Canaria), localidad que de un día para otro vio como el que quería limpiar y mantener pulcro su trasero tenía que dirigirse al baño público que el ayuntamiento había habilitado para tal uso.
Ese podría haber sido el eje principal de lo ocurrido en San Gregorio tras conocer la disparatada historia revelada por diferentes fuentes en estos días sobre el desmesurado gasto de un baño público de la zona en el que se llegaron a utilizar, en tan solo un mes, 3478 rollos de papel, lo que equivale a la cifra de 12 rollos por día. Si esto fuera una película de cine independiente, podríamos pensar que la localidad sufrió la contaminación de un pozo y la oleada de diarreas provocó un gasto tan importante, pero tristemente el asunto es muy real.
“La trama del PH“, si le buscamos un nombre científico, la ha descubierto un abogado que al revisar las facturas encontró un elevado gasto en artículos de higiene para este baño público de San Gregorio. Al parecer, la empresa encargada de la limpieza de este santo altar de la defecación pasó facturas extremadamente altas para tratarse de un mes y de la limpieza de un, y perdonen la palabra, cagadero.
Las malas lenguas aseguran que los responsables al conocer la noticia dijeron al unísono: ¡qué cagada! Seguramente haciendo referencia a la metedura de pata por pasar por alto un dato como ese y en ningún caso refiriéndose al gasto de tanto papel por un solo usuario. No obstante el gasto sigue siendo ‘excrementalmente’ de Record Guinness.
Y sin ánimo de parecer escatológico, considero que detrás de este asunto hay algo muy oscuro y que huele mal. Turbios movimientos del líquido del consistorio que han ido a parar a un vertedero fiscal. Si los jueces que estudien el caso son capaces de meter la mano hasta el fondo y remover lo suficiente, al final verán que detrás de esta historia hay alguien con poco estómago y muchas ganas de cagarse en quien descubrió el pastel.
Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…
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