Hoy os enseñamos la transformación de este banquito clásico de hierro forjado, con foto previa malísima, que llevaba años con una de nosotras en su estado original.
Como ya hemos confesado en más de una ocasión, somos "mariquillas las primeras", y eso de empezar sin muchos preámbulos un trabajo, es lo que más nos gusta del mundo. Así que, con el banquito tal cual, nos lanzamos con la pintura a la tiza, para darnos cuenta a los pocos brochazos de que era mejor desmontarlo, y darle una manita de imprimación previa, para que agarrara mejor sobre el metal.
En esta foto podéis ver el tono elegido, un crema muy, muy claro. Lleva dos manos y barniz protector.
Lo cierto y verdad es que queríamos redecorar este mueble desde hacía mucho tiempo, pero no encontrábamos la tela que nos enamorara...
..., ¡hasta que apareció! El retapizado de este tipo de asientos es muy sencillo, solo hay que tener cuidado de que la tela quede bien estirada y, las esquinas, lo más curiosas posible. Nosotras no somos expertas ni mucho menos, por eso podemos decir que este trabajo es muy asequible, siempre que se cuente con una grapadora de tapicería, que no son nada caras y fáciles de manejar.
Y así quedó.
Mucho más ligero y juvenil...,
..., dando la hora todo el rato, aunque para él parece que el tiempo haya ido a la inversa, ¿verdad?
Se va a quedar en uno de nuestros dormitorios, nos servirá de asiento durante el día y, por la noche, sostendrá las almohadas y cojines que adornan la cama.
Pues con él nos despedimos por esta semana... ¡Sed buenos y felices!