Era esta una de esas obras que estaba pidiendo a gritos un rescate y una limpieza de cutis. No más, nada de lilfting ni de botox, que no le hacía falta porque el texto se vale más que de sobra por sí mismo y es propenso a permanecer indeleble en la memoria de aquellos lectores que se aventuran en él.
Como saben los lectores de este blog me dislocan los libros que tratan sobre los límites de la identidad, las transformaciones y todo lo que sea cuestionarnos acerca de lo que somos realmente para nosotros mismos y para los demás. Para muestra un botón: he prologado Enterrado en vida, estoy leyendo El difunto Matías Pascal y dediqué en este blog un intenso monográfico a La metamorfosis. Así que sobran las explicaciones de por qué esta preciosa fábula contemporánea de David Garnett está entre los libros que estimo especialmente.
Las fábulas permiten muchas lecturas. Dejan libertad al escritor y al lector para sugerir y recibir sugerencias, respectivamente. Cada vez me son más gratas, al igual que los aforismos, porque incitan a la elucubración y a las posibilidades interpretativas personales e intransferibles. Y, aunque no las aprehendas (con "h", ojo) en un primer momento, dejan una especie de poso en la conciencia que aflora en el momento que menos te lo esperas, repleto de luces y significados. Son, en este sentido, como la poesía o como la música. No hay que comprenderla, únicamente sentirla.
David Garnett, por Vanessa Bell, 1915
Dicen algunas notas de prensa que esta obra es inédita y desconocida en España. Mentira cochina. Al menos se conocen tres ediciones distintas en castellano, siendo las más recientes las de los años ochenta, una de Lumen y otra de Orbis, esta última en la ya mítica colección Biblioteca Personal Jorge Luis Borges, que fue donde yo la leí. En aquella edición, Lady into fox -que es el título original de la novela- se tradujo como De dama a zorro y se incluían otros dos relatos largos -igual de extraños y lúcidos- del propio Garnett: Un hombre en el zoológico y La vuelta del marinero. Ninguno de estos, no obstante, se instaló de manera tan rotunda en mi imaginación como la historia de la mujer que se convierte en raposa y vaga por los campos de Oxfordshire. No les cuento argumento, ya saben por aqui que detesto contar argumentos. Y además, ¿qué importa, en realidad, cuál sea el argumento?
David Garnett escribe con estilo y delicadeza metiendo en la aparente ligereza muchas cargas de profundidad. Habla del dolor y de la pasión, del amor y de la muerte -ahí es nada- sin cursilerías ni petulancias. Inglés hasta la médula, fue amante del famoso pintor Duncan Grant y amigo del Grupo de Bloomsbury al completo, donde lo apodaban “Bunny”.
El feliz rescate de Garnett lo ha hecho Periférica; la limpieza de cutis, Laura Salas, traductora.
Por cierto, la correcta traducción del título -por aquello de que los sustantivos en inglés carecen de género, pero no así en español- hubiese sido La dama transformada en zorra o De dama a zorra . Pero, claro, a ver quién es el guapo que se atreve.