Esta fue la frase que escuché del personaje de una película que vi este fin de semana. Naturalmente la cogí y la capturé para pensar en lo que decía ¿Qué sería si me la hubieran dicho? (El personaje se lo decía a alguien más que tiene un blog...) Tal vez él estaría en lo cierto y le hubiera dado la razón.
¿No sé qué piensen los demás blogueros que me siguen? ¿Qué piensan los demás blogueros a los que sigo? Hay varias alternativas de respuesta. Una puede ser: Sí, tienes razón, los blogs son formas refinadas y tecnificadas de hacer grafitis. Aunque en estricto sentido práctico, quizás Twitter se acerca más a eso que un blog convencional.
Otra respuesta puede ser un indignado: ¡No, no y rotundamente no! ¡Un blog es un espacio de expresión personal! Y a esto podemos añadir un largo etcétera.
Lo que vemos no más
Respondiendo una cosa y otra, como casi siempre hago, busco el camino del medio ¿Cuál puede ser la respuesta a la afirmación de que un blog es un grafiti con puntuación? Creo que lo uno y lo otro... y nada también. Hace poco leía un editorial [virulento y molesto] de alguien que se quejaba de que hoy día mucha gente empieza sus escritos con la expresión "a mi modo de ver...", como una forma de excusarse para decir lo que quiera, casi siempre sin argumentos (decía).
A mi modo de ver, creo que este señor tiene algo de razón. Es más, ahora que lo pienso, tal vez todos deberíamos escribir, informar y comentar así. Lo que vemos de las cosas es lo que somos capaces de ver de ellas, no lo que ellas son... "Pero es que el cielo es azul y las hojas de los árboles verdes... cómo me vas a venir a decir que eso es lo que a vos te parece". Así me dijo alguien alguna vez que discutíamos sobre esto. Mi respuesta fue: es azul porque estamos de acuerdo en que es azul y es verde por el mismo acuerdo. No sé si el azul que tú ves es el mismo azul que veo yo, no sé si tiene el mismo tono, el mismo brillo... no sé.
¡Ah, vos y tu relativismo para todo...! (Me dijo después...)
No estamos hablando de números. Ese es otro problema. incluso los datos tan numéricos y generales, no siempre dicen lo que creemos que dicen ni traducen ningún trasfondo o contexto.
A mi modo de ver, tal vez sea la forma más humilde de reconocer que nuestra visión del mundo es limitada y relativa. Pero no, como estamos enseñados a la voz de los expertos, a que alguien que "sabe mucho" nos diga lo que es correcto y lo que no, entonces aceptamos muy fácil "verdades" relativas de alguien porque sus títulos (no siempre su experiencia) las soporta.
Entonces, a mi modo de ver, los blogueros somos grafiteros en paredes electrónicas. Nos perfeccionamos en el arte perdido de la palabra escrita. Como los primeros griegos cuando se instauró la escritura y se resistieron a perder la tradición oral, nosotros hoy día nos resistimos al vídeo que es el futuro de la comunicación. Hoy día nos sigue encantando ir a los parques y festivales a escuchar cuenteros; la tradición oral tiene esa ventaja, ese reto de embelesarse con un relato y dejarse arrastrar por las palabras que vienen y se van.
Nadie le va a decir a un cuentero: ¡Oye, detente y vuelve a decir lo último que contaste! Puede que salga linchado por el resto de los oyentes. La tradición oral es un hilo que vas dejando pasar por las manos, aunque te queme y te deje marcas; finalmente esas serán cicatrices que exhibas con cierto orgullo silencioso.
En una transición
Quizás lo mismo ocurra hoy día con los blogs. La palabra escrita tiene ese problema que a su vez es su mayor virtud. Es una cosa que se rumia, a la que vuelves una y otra vez cada que necesitas. No es un pedazo que buscas, adelantas la imagen, lo ves y luego te vas como ocurre con un vídeo. La palabra escrita es riesgosa porque llega a ti con frialdad, distante, sin emoción, con la lucha entre decir y mostrar lo que produce. Por eso los blogueros (especialmente en castellano) nos estamos volviendo un gueto, una extraña minoría.
Hoy tenemos la bendición de tener medios libres y electrónicos que nos permiten decir lo que queramos, desde basura hasta las más profundas reflexiones sin la presión de tener que convencer a nadie de lo que decimos o hacemos, sin la presión de tener que demostrarlo todo. Es tan simple como abrir una cuenta en un sitio, empezar a escribir y empezar a publicar.
El tráfico quizás venga, quizás no, pero llega un punto en el que eso te gusta y luego te deja de importar porque te das cuenta de que si juegas para la tribuna te pierdes de lo que le da la chispa a este grafiti largo que te pone las ideas en orden o en más desorden, como ocurre casi siempre con los trabajos del alma.
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Crédito de la imagen: http://volketa.org/graffiti-crudo/