Los holandeses son pioneros en muchas cosas, ellos introdujeron el vino en Sudáfrica, pero la pasión, y los besos bien dados, son nuestra especialidad. Que quede claro. Y un par de cosas más.
Este fin de semana en Zúrich me quedé perpleja con un artículo de un periodista suizo. Éste se empeñaba en asimilar el estilo de España al holandés, en un reduccionismo simplón: el fútbol español es el fútbol del Barça, que es el fútbol de Johan Cruyff.
No soy experta en fútbol pero seguro que el Barcelona de hoy es algo más que la cantera del Ajax. Cruyff desapareció hace catorce años de la liga española. Y Guardiola tiene personalidad propia.
Puyol, Piqué, Xavi, Iniesta, Busquets y Pedro fueron fundamentales, pero también Casillas -el capitán-, Sergio Ramos -y su defensa férrea-, Jesús Navas -qué ojazos-, David Villa -culé de nuevo cuño-, Xabi Alonso -madridista de nuevo cuño, mi preferido- y Torres -a medio gas y lesionado participó en el gol de Iniesta y supo chupar banquillo con dignidad-.
Y se me olvida otro protagonista, quizás la verdadera clave del triunfo: Vicente del Bosque, el entrenador antiestrella -diametralmente opuesto al prota de Cruyff y sus egos-, que sabe poner en su sitio a las estrellas, mantenerles en forma y de buen humor: “Nos entiende porque piensa todavía como un jugador”, dicen de él.
Ese señor salmantino, serio y con bigote, que nunca hace aspavientos, parco en palabras y euforias, cuyo lema es “para ganar hay que ser inteligente y modesto” ha sido quien ha conducido el talento español a buen puerto. El Frankfurter Allgemeine le dedicó una página entera el 11 de julio presintiendo su triunfo, el de la clase media española trabajadora.
Según el diario alemán: “en el caso de que España consiga la Copa del Mundo, Vicente del Bosque permanecerá tranquilo, volverá a su piso en un barrio normal de Madrid, dejará para otros la ostentación, y seguirá siendo un entrenador venido de la meseta, tan accesible como el vecino de al lado” (mi traducción no es literal y es premeditada, podéis leer aquí el original).
Una vez aclarado que el estilo español no es el estilo holandés, sigamos con nuestros planes de celebración. Quiero llevaros a la ruta de los vinos sudafricanos. Sudáfrica comenzó un poco tarde a producir vinos.
El primer viñedo, el Groot Constantia, lo plantó un holandés que soñaba con prosperar en la India y descubrió las bondades del suelo africano. En general, la producción masiva de buenos caldos en Sudáfrica, sobre todo de vino blanco, despegó tras la Segunda Guerra Mundial. Su mayor acierto es que han sabido combinar las cepas del viejo mundo con las técnicas más modernas. Sus vinos tintos son terrenales y sorprendentes.
En HolidayCheck investigamos las principales zonas de los vinos sudafricanos, terrenales y sorprendentes:
Stellenbosch: El segundo asentamiento europeo más antiguo de Sudáfrica tras Ciudad del Cabo, conocida también por el apodo de Eikestad o Ciudad del roble -debido a la gran cantidad de árboles que ordenó plantar su fundador el holandés Simon van der Stel, en 1679- es una ciudad universitaria con una atmósfera antigua, repleta de edificios coloniales muy bien conservados y un clima similar al mediterráneo con veranos calientes, inviernos frescos y cielos claros y soleados. Es el punto de partida de la ruta del vino, creada en 1971. En ella se puede disfrutar de catas de vinos en más de 106 sótanos.
Franschhoek: Su nombre significa literalmente “rincón francés”. Fue fundada en 1688 por los hugonotes (calvinistas) que huían de Francia. En aquel entonces Holanda ofreció este valle a los refugiados franceses para que escaparan a la persecución religiosa de protestantes dentro de Europa. Ellos introdujeron sus conocimientos para cultivar la vid y su gastronomía. Por eso la mayoría de las granjas tienen nombres de vinos franceses y producen Sauvignon Blanc, Chardonnay, Semillón, Chenin Blanc y los tintos Cabernet Sauvignon, Shiraz, Pinot Noir y Merlot. Cada 14 de julio celebran su origen francés con un festival de vino.
Paarl: Su nombre significa perla en holandés. La montaña de granito que refugia su valle lleva el mismo nombre. La Paarl Mountain es muy especial, y suelen compararla con el Uluru australiano, aunque no tengan nada que ver geológicamente. Es una de las ciudades más cosmopolitas de Sudáfrica. Los habitantes son una mezcla de todo el mundo. Su uva principal es la Shiraz Paarl. En las afueras de la ciudad está la prisión donde Nelson Mandela pasó los últimos 14 meses de su cautiverio hasta su liberación en 1990.
Robertson: En la Provincia Occidental del Cabo, Robertson es conocida con el sobrenombre de El valle del vino y las rosas. Al principio fue famosa por sus granjas de avestruces, pero se fueron a pique tras la Primera Guerra Mundial y se cambió ese negocio por el cultivo de fruta y vino y la cría de caballos de carreras. En la actualidad hay 50 bodegas distinguidas con premios internacionales. Las principales son: Graham Beck, Springfield, Bon Cap, Majors Hill y Excelsior Estate.
Os dejo que tengo que prepararme para una cena de despedida. Mi amiga Paola regresa a Suiza. Estoy indecisa, no sé si ponerme un vestido NARANJA de Agatha Ruiz de la Prada (no naranja holandés, que quede claro) o quizás otro con más colorines. Lo sí sé es que si encontramos vino sudafricano brindaremos con él por España. Y Suiza ;)