Un día de hace un par de semanas me empecé a dar cuenta que en el prestigioso programa cultural Sálvame, hablaban del interesante debate social en torno a la ruptura sentimental de la extraordinaria periodista y del grandioso actor. Al día siguiente, las mentes brillantes de los tertulianos de Sálvame, seguían hablando de la mencionada ruptura sentimental. Tenían unos debates muy productivos en torno a la importantísima ruptura sentimental. Acalorados debates que solo se veían interrumpidos por el aplauso del respetable público que en directo asistía a las tertulias, cuando no por los necesarios anuncios.
Al tercer día de mi descubrimiento, seguía el debate. Empezaba también a preguntarme si me estaba perdiendo algo, porque no entendía como una ruptura sentimental entre las dos excelentísimas personas daba para tanto. Supongo que no soy tan listo como pensaba y que mi intelecto no está al mismo nivel que el de otras mentes prestigiosas. Ya al cuarto día, todo me empezaba a parecer demasiado trillado. Me replanteé mi nivel de intelecto y comencé a pensar que tal vez yo no tenía el problema.
Mis dudas se fueron disipando al comprobar que día tras día (ya van dos semanas), la prestigiosa cadena televisiva Tele 5, estaba ocupando gran parte de su excelente programación en torno al necesario debate de la dramática ruptura sentimental. Ya no solo eran las tardes de lunes a viernes, eran necesarias las tardes del fin de semana para intentar desenmarañar tamaño misterio sobre la increíble ruptura sentimental. Fui haciendo cálculos. El gran programa Sálvame, con una programación dedicada de entre cuatro o cinco horas diarias al problemón de la ilustrísima presentadora y del grandísimo actor, descontando, eso sí, los muy necesarios consejos comerciales, más las dos o tres horas de rigor de sábados y domingos del spin off (¡qué necesario!), llegaban a sumar más de 20 horas semanales al debate de la ruptura sentimental.
Por suerte no solo el prestigioso canal dedicaba su valioso tiempo al debate cultural. Habían más revistas culturales que dedicaban páginas y páginas a la ruptura. Llegados a este punto, uno no sabe cómo de grande puede llegar a convertirse un bucle. En este caso a mí me parece infinito. Como si estuviéramos en la película del Día de la Marmota, con el pobre Bill Murray viviendo el mismo día una y otra vez, aunque al menos él no sufría una tortura tan grande como esta.
Y alguno o alguna me podrá decir que si no me gusta el interesante debate social y cultural en torno a la dramática ruptura sentimental entre la grandísima periodista y el extraordinario actor, que mejor que no lo vea, que cambie de canal. Y ahí está el problema, porque yo no lo veo, y a ese canal no me asomó con mucha frecuencia, pero es que por lo visto esto tiene mucha audiencia, y si eso a alguien no le parece preocupante, no sé cómo resultar más sarcástico.