En momentos como los que estamos viviendo, en los que tenemos la sensación esa tan rara y preocupante de no poder aguantar más que nos mientan diciendo que ya hemos salido este timo de crisis económica y nadie se preocupa de algo más importante, la crisis social y de esperanza que padecemos.
Nos hace falta un poco de aire puro. Los escándalos se van sucediendo, cada vez a niveles superiores, la ineptitud de los ministros ha quedado patente, los fraudes alcanzan a la “élite política” de todo color e ideología, la corrupción ya está acechando al inquilino de Moncloa y los ciudadanos “mortales” vivimos inmensos en una mezcla de miseria creciente, incredulidad y desánimo. En momentos como este necesitamos un buen presidente, no me malinterpretéis, no me refiero a un personaje con mano de hierro ni a la venida de un superhéroe que nos saque de esta, ni creo en ello ni es mi estilo.
Nos bastaría con una persona digna y decente que ayude a plantar cara a este desastre con honestidad y sinceridad. Lo último que necesitamos es un señor que se oculta sin preguntas, que ni siquiera es capaz de oír las quejas cada vez más airadas de sus propios barones dentro del partido, que no entiende de formas, que se pone de perfil ante todas las calamidades y se limita, ante el Tsunami que le ha caído encima, a pedir perdón de forma muy cristiana pero renglón seguido se encarga de silenciar los informativos de la tele pública nombrando un director fiel a “la voz de su amo”.
Igual es que sus asesores le traicionan, igual lo único que le importa es su ego personal pero un consejo honesto sería que dijese basta ya y disolviera las cámaras convocando elecciones en un acto de dignidad que le honraría y serviría para salvar algo de la desaparecida imagen de su partido. Salvaría también la dignidad de la política de este país y un poquitín de nuestra confianza en las instituciones, que hace mucha falta. Si no lo hace, temo que el camino nos lleve a una situación dolorosa. Estamos hartos de ver como nos han arruinado y han robado nuestras ilusiones. Hartos de ver como han destruido lo que teníamos y ni aún así tienen suficiente. Hartos de sufrir estrecheces para nada y de que nos nieguen lo que es nuestro. Esa situación indescriptible de desánimo y frustración ha de acabar más pronto que tarde tarde con una sonada protesta social. Han sembrado el cultivo y ya se están viendo los primeros brotes, lo de la subida de Podemos que tanto les incómoda es un ejemplo como puede serlo el que cada vez nos callamos menos. Se está cociendo algo que cada vez se parece más a los “motines de subsistencias” estilo aquellos de cuándo Carlos III, es la reacción normal a este desgobierno, lo saben, y están asustados. Saben que se han pasado tres pueblos con el saqueo y el despotismo y que acabarán saliendo por patas, lo hemos hecho otras veces a lo largo de la historia (que se lo pregunten a Esquilache y el motín que le montaron o al bueno de Amadeo de Saboya que se marchó corriendo gritando aquello de “Ah, por Bacco, no entiendo nada, esto es una jaula de locos“) y, ojalá no, puede volver a ocurrir porque nadie es más fuerte que el que no tiene nada que perder, como muchos millones de personas víctimas de la pobreza y la desesperanza por culpa de una política nefasta.
Por tanto, hágase un favor a usted mismo señor presidente, y de paso nos lo hace a todos, tómeselo como un servicio a su país (va con el cargo), márchese a casa y llévese a los suyos porque harían avergonzar hasta al mismísimo Duque de Lerma. Esto ya no se sostiene, convoque elecciones, no es ninguna vergüenza, y salve con ello a su partido, a la sociedad y a todos nosotros. Márchese, solucione los problemas de su casa y vuelva después si quiere. Permítanos intentar afrontar el futuro con nuevas ilusiones, a ser posible, con un buen presidente