Como no hace mucho ocurriera con la carne, ha causado cierta perplejidad que el café o el té, en general, las bebidas muy calientes, “probablemente” causan cáncer de esófago. Así lo ha comunicado la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, en inglés), que forma parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Lo explicamos.
Estos resultados sugieren que ingerir bebidas muy calientes puede ser una causa de cáncer de esófago y es la temperatura, más que la bebida en sí, la que parece ser la responsable”, ha dicho Christopher Wild, director del IARC.
La temperatura desaconsejable es de 65º en adelante. No hace mucho que la OMS indicó que comer carne (procesada y, en menor medida, roja) causa cáncer puede ser causa también de cáncer de colon.
La IARC también obtuvo pruebas sobre esa relación con el cáncer de páncreas y el de próstata.
Lo cierto es que este tipo de noticias, siempre interesantes pues nos advierten de problemas relacionados con nuestra salud, suelen ser tildadas de alarmistas y no sin cierta razón.
Quizá porque se generaliza demasiado. Habría que concretar más pues no en todos los países se consume la misma cantidad de café o té ni a las mismas temperaturas y sobre todo porque la causa del cáncer no suele ser sólo una sino que es importante analizar el contexto personal y ambiental de quien lo padece o de quien está en riesgo.
El investigador y catedrático del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y la Universidad Autónoma de Barcelona, Miquel Porta, ha publicado un artículo llamando a la calma, para informarse sin obsesionarse. Como escribe, “antes de llevarse a los labios una evaluación de la IARC es conveniente dejarla enfriar medio minuto.
Comenta que los expertos de esta institución son investigadores de primer nivel:
trabajan de forma sistemática, exhaustiva, rigurosa, independiente y transparente.
Han analizado a fondo más de un millar de estudios, que se dice pronto; aproximadamente la mitad de ellos en laboratorios y el resto en poblaciones humanas que viven y consumen cafés de todo tipo en sociedades reales”.
Y llama a la calma:
En la evaluación de la IARC hay un poso de incertidumbre. La ciencia es lo que tiene. Así la vida. Tranquilidad“.
Incluso realiza una especie de oda a la cafeína:
Valorar lo práctico no está reñido con apreciar la belleza de lo científico; por ejemplo, la de los fascinantes mecanismos químicos y fisiológicos. ¡La cafeína induce su propio metabolismo! E influye de forma asombrosa en docenas de procesos moleculares, celulares y fisiopatológicos: actúa sobre los controles del ciclo celular y la apoptosis (muerte celular programada), sobre la reparación de lesiones del ADN, sobre el metabolismo y la excreción de cancerígenos y mil metabolitos”.
Parece pues que no debemos leer la noticia como si tomar este tipo de bebidas fuera “malo”. Lo que hay que hacer es tomarlas con moderación, como ocurre con casi todo y desde ahora un poco menos caliente.
Concluye Porta:
Saboreemos pues la noticia, sorbo a sorbo, con perspectiva. Pensando también en otros trastornos cuyo riesgo el café tampoco aumenta. Y en los que sí, pues suele potenciar el nerviosismo o la ansiedad subyacente. O una absurda dependencia psicológica (todos conocemos algún esclavo del café), y malestar. En algunas personas, insomnio. Cuando dormir tantos males alivia. No nos obsesionemos con la salud, pensemos también en el gusto, en la compañía y en lo práctico: funcionar cada día, despiertos”.
Quizá lo que vaya a conseguir la IARC es que en los bares se generalice una manera de pedir el café, como si no hubieran decenas ya: el café con termómetro (y que aumenten las ventas de estos).