Revista Opinión

Un caramelito para las mujeres saudíes

Publicado el 26 septiembre 2011 por Rgalmazan @RGAlmazan

Arabia Saudí es un país querido, muy querido por Occidente. Allí reina la paz, viven del petróleo. Por eso, cuestiones menores como los derechos humanos, o la igualdad de género, o la democracia no tienen nada que hacer.

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Nuestro “querido rey Juan Carlos” trata al rey saudí como hermano. Y cada vez que se encuentran, le da muestras vivas de afecto.

EE.UU. considera a Arabia Saudí un país muy amigo, un país que compra armas y otros productos americanos y que suministra petróleo. Un país que no da problemas. La dictadura férrea, de tipo feudal, hace que allí para respirar haya que pedir permiso, salvo que se pertenezca a la familia real o a una de las familias emparentadas con ella, pero eso, se ve, que tiene poca importancia.

Los saudíes tienen una renta per cápita alta. Los inmigrantes que son más de cinco millones del total (28 millones), son los que tienen los trabajos menos cualificados y salarios más bajos.

Pero hete aquí que el Rey Abdalá ha decidido modernizarse. Y ha hecho una excelsa concesión. Las mujeres saudíes podrán votar, a partir de 2015, hasta ahora lo tenían prohibido. Lo que es la vida, las mujeres no pueden conducir, tienen que ir acompañadas por su marido, padre o hermano si utilizan el transporte público, Tampoco pueden salir de casa sin autorización del macho saudí. Van, obligatoriamente, cubiertas por el niqab, Sin embargo, dentro de cuatro años, podrán votar. Lástima que no puedan elegir, pues no están autorizados los partidos políticos.

Una maravillosa vida regida por el islamismo fundamentalista. Allí, los tribunales saudíes impones penas corporales, como la amputación de las manos a los ladrones, o incluso pueden llegar a la pena de muerte si se trata de prácticas sodomitas, o de infidelidad en el caso de la mujer.

Y mientras Libia, Siria, Irán son países totalitarios y fundamentalistas, a los que hay que cambiar y democratizar. Arabia Saudí, Qatar y los Emiratos tienen bula para hacer y deshacer, sin importar lo que pase allí, siempre que sean amigos interesados de Occidente.

Peccata minuta, seguramente es que algunos somos un poco tiquismiquis, y pedimos demasiado. La religión ya les ofrece la vida eterna, no queramos que les facilite también la terrenal.

Salud y República


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