Un castillo en Italia (2013)

Louise (Valeria Bruni Tedeschi) conoce a Nathan (Louis Garrel) y retoma sus sueños. Es también la historia de su hermano enfermo y el destino de una familia italiana, obligada a deshacerse de su patrimonio y parte de sus recuerdos. Un mundo que acaba y un amor que da comienzo.

Valoración Rugoleor: 5,521.
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Tráiler de la Película

Ficha:

Título Original: Un château en Italie.
Directora: Valeria Bruni Tedeschi.
Guionistas: Valeria Bruni Tedeschi, Noémie Lvovsky, Agnès de Sacy.
Intérpretes: Valeria Bruni Tedeschi, Louis Garrel, Filippo Timi, Marisa Bruni Tedeschi, Silvio Orlando, Xavier Beauvois, Céline Sallette, Pippo Delbono, André Wilms, Marie Rivière, Bernard Nissile, Filippo Rutigliano, Anna Morello, Magali Woch, Oury Milshtein.
Productor: Saïd Ben Saïd.
Fotografía: Jeanne Lapoirie.
Música:
Montaje: Laure Gardette, Francesca Calvelli.
Diseño de Producción: Emmanuelle Duplay.
Diseño de Vestuario: Caroline de Vivaise.
País: Francia.
Lugares de Rodaje:
Fechas de Rodaje:
Año: 2013.
Duración: 104 minutos.
Edad: Apta para todos los públicos.
Género: Comedia, Drama.
Estreno: 09-05-2014.
DVD (Venta):
Distribuidora: Paco Poch Cinema, S. L.
WEB Oficial: Web Oficial de la película en España.
Espectadores: 0.
Recaudación: 0 €.

Crítica:

10-05-2014 – ANTÓN MERIKAETXEBARRIA

Todo está en venta

El sentimiento que se tiene al término de la proyección de “Un castillo en Italia” es el de una cierta tristeza ante la impotencia de los personajes que intervienen en la película, enfrentados a un mundo mezquino y egoísta, en el que todo está en venta. Una melancolía que se desprende de la mirada cargada de dudas de la protagonista, interpretada por la también guionista y directora italiana, afincada en Francia, Valeria Bruni Tedeschi, autora que fue en 2003 de “Actrices”. El ambiente y los personajes de este discreto esfuerzo creativo son del típico enredo tradicional, cuyo eje central es la venta del castillo a que hace alusión el título por culpa de una amarga crisis familiar.

La realizadora ha tratado de sacar el mejor partido posible a un guión, cuyo único mérito es el de contar una historia de corte intimista sin caer en lo grotesco. Y tiene el suficiente talento cinematográfico para construir “Un castillo en Italia” a partir de tan liosa relación, donde los rifirrafes son constantes, propiciados asimismo por el descubrimiento de que el hermano de la protagonista padece sida y por la relación afectiva que mantiene de forma esporádica con un peculiar chaval mucho más joven que ella.

El talante de la película es el de un apañado cuento moral -al estilo de los del llorado Éric Rohmer (“Paulina en la playa”, 1983)- también el de un relato autobiográfico que, de alguna manera, deja entrever un drama personal. Pero el espectador se encuentra un tanto despistado porque al filme le falta equilibrio y proporción entre sus partes: en efecto, sobran algunas escenas compartidas con su arisca madre y falta un desarrollo mayor del drama. Buena prueba de ello es la indefinición de los personajes, que buscan el amor, el sexo, la diversión, la fe, la maternidad, el vil metal y, por supuesto, la verdad. Desde luego, hay algunas cosas más dolorosas que la verdad, pero no se me ocurre ninguna.