Revista Salud y Bienestar

Un cateterismo renal reducer drásticamente la tensión en pacientes hipertensos que no responden al tratamiento farmacológico

Por Fat
Un dispositivo que bloquea la acción de los nervios del sistema simpático de las arterias renales es la última esperanza para los enfermos afectados por la forma más grave de hipertensión arterial, la denominada refractaria o resistente. “La peculiaridad de estos pacientes es que no responden a la terapia habitual, incluso después de probar con varias medidas y tratamientos farmacológicos, lo que a medio-largo plazo puede tener graves consecuencias a nivel renal y cardiovascular”, explica la doctora Nieves Martell, presidenta de la Sociedad Española de Hipertensión Arterial (SEH-LELHA) con motivo de la celebración de su Reunión Nacional, que estos días se celebra en el Hotel Auditórium de Madrid.
Se estima que entre un 5% y 15% de los hipertensos presenta esta variante, la más severa de todas, ya que incrementa el riesgo de sufrir accidentes cardio y cerebrovasculares y se asocia con graves secuelas en la función renal. De hecho, después de la diabetes, la hipertensión arterial es la segunda causa más común de insuficiencia renal terminal. “La presencia de hipertensión arterial constituye un permanente estímulo negativo que conlleva a la progresión del daño renal y a la asociación de comorbilidades. La dificultad del control de la presión arterial se acentúa extraordinariamente en estos pacientes dado el grado de enfermedad vascular establecida”, aclara el doctor Fernández Vega, vicepresidente de la SEH-LELHA y nefrólogo del Hospital Universitario Central de Asturias. Un 10% de estos pacientes acaba agotando todas las opciones terapéuticas. “Para este porcentaje de pacientes no respondedores”, prosigue este experto, “el cateterismo renal constituye una herramienta muy útil ya que abre un gran campo de posibilidades para alcanzar el objetivo de control en un grupo de pacientes con hipertensión resistente en los que han fracasado todo tipo de actuación terapéutica”.
-¿En qué consiste?
El procedimiento, conocido como Symplicity Catheter System, es similar al que se sigue para realizar una angioplastia coronaria. Se introduce el catéter, que porta un dispositivo de radiofrecuencia, a través de la arteria femoral hasta alcanzar las arterias renales. Una vez allí, el dispositivo libera una energía de radiofrecuencia de baja intensidad capaz de inhibir la hiperestimulación del sistema nervioso simpático (también conocida como denervación simpática renal), implicada en la hipertensión arterial mal controlada.
Su acción directa sobre los nervios renales se asocia con una reducción de las cifras de presión arterial del paciente por debajo de 170-90 mmHG, y con ello, el número de fármacos antihipertensivos que debe tomar. “El dispositivo ha demostrado un descenso medio de la presión arterial de 32/12 mmHG, en comparación con un aumento de 1/0 mmHG en el grupo de control de pacientes que recibieron solamente tratamiento farmacológico”, explica el doctor Luis Miguel Ruilope, jefe de la Unidad de Hipertensión Arterial del Hospital 12 de Octubre de Madrid, centro de referencia a nivel nacional en la implantación de esta técnica. Además, supone un abaratamiento de los costes sanitarios al precisar de menos controles y visitas al médico, al mismo tiempo que se reduce la medicación.
“Los datos son de una enorme transcendencia, y es que cada aumento de la presión arterial sistólica de 20 mmHg o de la presión arterial diastólica de 10 mmHg se asocia al doble de riesgo de mortalidad de origen cardiovascular en un plazo de 10 años. Por el contrario, la reducción de la presión arterial sistólica en tan sólo 5 mmHg puede reducir el riesgo de infarto cerebral hasta en un 30%”, precisa el doctor Luis Miguel Ruilope, a la vez que subraya el buen perfil de seguridad del tratamiento.
Según este especialista, la intervención ejerce un efecto beneficioso a nivel global al mejorar varias de las causas fisiopatológicas del trastorno hipertensivo. “Reduce la activación del sistema nervioso simpático a nivel renal, pero también se ha visto que mejora la actividad del sistema renina angiotensina y la función endotelial”, aclara.
-Protocolo de actuación
En este sentido, esta nueva técnica abre una vía muy prometedora para los pacientes con hipertensión arterial refractaria en tratamiento farmacológico que, pese a ello, no logran controlar su presión arterial. El doctor Ruilope sugiere a este respecto la necesidad de disponer de un protocolo que determine qué pacientes refractarios son candidatos a recibir este tratamiento una vez que han agotado todas las opciones terapéuticas. Para ello, propone la creación de centros de referencia donde llevarla a cabo. “Esto se traduce en tranquilidad, ya que los pacientes refractarias son los más complicados que abordamos en las unidades de hipertensión arterial. Por eso es muy importante concentrar esta técnica en centros de referencia”, puntualiza. Aún así, aclara, “conviene ser prudentes ya que todavía se necesita más información para prever cómo evolucionarán los pacientes en los próximos años y si los efectos que se logran con el procedimiento son duraderos”.

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