Que Ford es uno de los mejores no admite discusión, pocos o ninguno se pondrían en contra de su cine. Una de su principal virtud es que es un gran contador de historias, sus narraciones son de lo más interesante, no se limita a cumplir con las premisas del cine. Intenta que nos interese lo que estamos viendo que disfrutemos con el cuento que ha preparado para nosotros, mostrándonoslo a modo de aventura, haciendo un tipo de cine que puede interesar a todos y que como gran cualidad soporta perfectamente el paso del tiempo lo que le hace aun mejor si cabe.
La diligencia, probablemente sea uno de sus trabajos más conocidos y por supuesto una de sus obras maestras sin lugar a dudas. En este trabajo no se limita a mostrarnos el viaje del coche de caballos sin más y esperar a que tarde o temprano sea atacado por los apaches. Si lo pensamos fríamente los apaches como definiría en su día Hitchcock son el mcguffing de la película, no se ajusta del todo al concepto en sí, pero cumple con creces la tensión necesaria, para que el espectador este continuamente pendiente de en que rincón del recorrido va a surgir la disputa.
El gran plantel de personajes que nos muestra es donde reside el secreto del éxito de esta producción. Algo tan simple como el habitual recorrido de una diligencia, Ford la convierte en una aventura digna del mejor escritor de novelas. Un coche tirado por caballos que aparentemente va a partir prácticamente vacío por distintas circunstancias acaba llenándose a rebosar, por supuesto que nosotros mismos nos consideramos un viajero más, como pretende el realizador.
Todos los personajes tienen una serie de particularidades que les hacen distintas al resto, están perfectamente perfilados y cumplen la función que se les asigna. Dallas (Claire Trevor) ha sido expulsada del pueblo por su dudosa moral, la gente solo ha mirado su fachada nadie se ha detenido a mirar su interior. Ringo (John Wayne), tiene una deuda contraída y aunque incluso el amor se cruce delante de él, debe saldarla, su venganza no admite aplazamientos. Lucy Malory (Louise Platt) representa la alta sociedad, casada con un militar y de educación y moral refinadas, acaba dándose cuenta de lo que realmente es la vida. Hatfield (John Carradine) sudista, jugador y una especie de vividor, perdedor de la guerra, pero que le sirve al director para mostrar a los otros que disputaron la guerra. Y por supuesto como buen irlandés una pincelada de humor con el personaje del Doc Boone (Thomas Mitchell), doctor, siempre ebrio, una constante en los westerns y según se define a si mismo fatalista, pero que en realidad acaba asumiendo el papel de filántropo del grupo.
Me ha parecido oportuno definir a los personajes que tienen más relevancia en la realización porque creo que tienen una importancia increíble para que todo funcione a la perfección. La diligencia en realidad es un espacio realmente limitado que Ford hace increíblemente grande llenándolo de experiencias e interacciones entre los personajes. Las personas que deciden subir a ella no volverán a ser las mismas cuando el viaje llegue a su fin, este recorrido que discurre entre las inclemencias temporales y la amenaza constante del ataque indio, consigue sacar a todos lo mejor de ellos mismos.
A lo largo de los importante diálogos de los personajes, el director plantea una serie de temas que pueden interesar más o menos al espectador, como son la guerra de secesión, el tema de la venganza, el honor, etc. Pero el que quizás impera sobre el resto es el de la hipocresía, el de las falsas apariencias, el del parecer en lugar del ser. Esta claro que ford parece decirnos que el ser humano comete errores en su vida, que estos hay ocasiones en los que les persiguen toda ella, pero que aun así lo que realmente importa es que cualquiera puede ser feliz si mira hacia su interior y acaba encontrando algún resquicio de nobleza.
Estamos ante cine en estado puro, un cine sin recovecos, sin complicaciones, en estado literal, donde lo que vemos es lo que hay, un western con retazos de drama, de película de suspense y con por supuesto con sus momentos de humor incluso negro, en definitiva una fantástica producción que nadie debería perderse. Un largometraje que podríamos analizar desde muchos otros ángulos y que daría para bastantes palabras u horas de tertulia, como ya lo ha hecho generación tras generación.
TRONCHA