Esta tragedia, que fue puesta en escena el 408 a.C., presenta las consecuencias inmediatas de la venganza que Orestes se toma de la muerte de su padre, Agamenón, en las personas de sus asesinos: su madre, Clitemnestra, y Egisto, su amante, integrándose en un tema ampliamente tratado en la literatura griega en tragedias como Las Euménides y Las coéforos, de Esquilo, o en las sendas Electra de Sófocles y Eurípides.
La acción de esta tragedia es trepidante. A su dinamismo contribuye sin duda el elevado número de personajes y su amplio elenco de caracteres: la cobardía y ruindad de Menelao, el resentimiento de Tindáreo, la fidelidad de Electra y Pílades, y el protagonista, Orestes, cuya actitud experimentará a lo largo de la obra una transformación total, pasando del estado de postración del comienzo a la acción más resuelta cuando todo parece perdido. También se aprecia en la obra una crítica indirecta a los espartanos, Tindáreo y Helena -cuando se representa Atenas está en guerra con Esparta- y a los políticos de la época, y mucho más explícita a los dioses, con un Apolo que compone una imagen de la divinidad muy poca digna.
Eurípides (480-406 a.C.) fue uno de los tres grandes poetas trágicos griegos de la antigüedad, junto con Esquilo y Sófocles. Fue amigo de Sócrates, el cual, según la tradición, sólo asistía al teatro cuando se representaban obras suyas. En 408 a. C., decepcionado por los acontecimientos de su patria, implicada en la interminable Guerra del Peloponeso, se retiró a la corte de Arquelao I de Macedonia, en Pela, donde murió dos años después. Su concepción trágica está muy alejada de la de Esquilo y Sófocles. Sus obras tratan de leyendas y eventos de la mitología de un tiempo lejano, muy anterior al siglo V a. C. de Atenas, pero aplicables al tiempo en que escribió, sobre todo de las crueldades de la guerra. Reformó la estructura formal de la tragedia ática tradicional, mostrando mujeres fuertes y esclavos inteligentes y satirizó a muchos héroes de la mitología griega. Sus obras parecen modernas en comparación con los de sus contemporáneos, centrándose en la vida interna y las motivaciones de sus personajes de una forma antes desconocida para el público griego. Disfrútenla.
Las Erinias persiguiendo a OrestesY ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
HArendt
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)