Hace poco un amigo me señalaba que el periódico Granma era una magnífica fuente de inspiración para el periodismo alternativo. No estoy suscrita al susodicho ni sería capaz de hacer cola en un estanquillo para comprarlo, por lo que excepcionalmente me empato con un ejemplar. Esta rareza me condujo el viernes a una perla, un idílico artículo a página completa: “La realidad no contada de la República Popular Democrática de Corea”.
El periodista parece escribió in situ sobre lo que llama “las realidades ignoradas”; muy impresionado luego de una visita al Campamento Internacional de Songdowong, de donde recoge la opinión de un adolescente norcoreano: “la cama, el colchón y hasta el papel pegado en la pared son tan fantásticos que nos quedamos dormidos sin darnos cuenta de ello”.
Para la mayoría de los cubanos, todavía sin acceso a una información abierta y contrastable, esta crónica hasta puede que encienda una llamita de solidaria esperanza hacia los norcoreanos, atrapados hace setenta años en la felicidad por decreto de la dinastía Kim; dinastía con castas hereditarias en dependencia de la adhesión al gobierno.
Página completa al fin, desmenuzar el trabajo daría un ensayo y no un entrada de blog, pero el emocionado periodista no menciona que el campamento de playa de su niño norcoreano es conocido como Songdowon International Children’s Union Camp, una escenografía especialmente preparada por la RPDC de cara al extranjero con sitio en Tripadvisor incluido, por lo que resulta muy coherente que el beneficiado chico de la cita, puesto a hablar con el representante de un gobierno afín , no cargue su declaración de consignas, sino que se sincere con lo que realmente le impresiona del lugar: la cama, el colchón, el empapelado…