Un cumpleaños feliz

Por Hogaradas

Lo había visto en muchas ocasiones, y siempre esperaba que un día, por sorpresa, me sucediera a mí. Sé que a muchos os parecerá una tontería, pero que se apaguen las luces y aparezca tu tarta coronada por una vela, mientras todos los comensales te cantan el "cumpleańos feliz", era uno de esos momentos que siempre había pensado que me gustaría protagonizar.
Ayer, alguien a quien quiero y que me quiere mucho y bien, obró el milagro, porque cuando parecía que la fiesta ya estaba a punto de finalizar, tras una comida y una sobremesa en la mejor de las compańías, la de mis padres y mi marido, sin duda, entre ellas, esa media hora de la que os hablé el otro día fue el tiempo que necesitamos para hacer un cambio de planes, y prolongar la velada. 
Pero volvamos a ese momento en el que se apagaron las luces, la vela se encendió y los comensales me dedicaban el "cumpleańos feliz", haciéndome, sin saberlo, uno de los mejores regalos.
A mí lado, Carlos, mi amor, y dos de nuestros mejores amigos, Ovidio, quien sigue ahí, ańo tras ańo, acompańándome en todos mis cumpleańos, e Íńigo, su marido, quien se ha convertido también en una presencia necesaria e imprescindible en nuestras vidas.
Hace tiempo que nos está tocando luchar en las peores batallas, pero su compańía y su apoyo incondicional, hacen que nuestra vida sea mucho más fácil. Poseen la gran virtud de conseguir que a su lado, las penas se hagan pequeńas, y sacar de lo malo lo bueno, y darle un giro a las cosas para que las miradas vuelvan a brillar y se escuche solamente el sonido de nuestras risas.
Apagué la vela, pedí mi deseo y los aplausos se encargaron de poner el punto y final a la magia de ese momento.
Intenso, inmenso y feliz, así fue el día ayer, el de mi cumpleańos. Y sí, al final estuvimos todos, todos a quienes esperaba, todos a quienes quiero y todas esas personas que necesito en mi vida para sentirme bien, tanto como esta mańana, en la que además de feliz me siento muy, pero que muy afortunada.