UN DIA COMO HOY LA MASACRE DE BOJAYÁ, COLOMBIA
Un 2 de mayo de 2002, en el municipio de Bojayá, ocurrió en Colombia una de las peores masacres que la guerrilla ha propinado a la población colombiana.
Los combates se iniciaron en Vigía del Fuerte (municipio de Antioquia), en límites con el Chocó colombiano, se trataba de una guerra territorial con los paramilitares (Autodefensas Unidas de Colombia). Los combates se iniciaron desde el 21 de abril, los paramilitares llegaron a esta zona colombiana y entraron en el casco urbano de varios municipios de la región. La guerrilla permaneció en el área rural, iniciando una asonada en la que no se permitía el ingreso de víveres y otros insumos a la población para presionar la salida y rendición de los paramilitares.
Después de varios días de combates, el 2 de mayo en el municipio de Bojayá (Choco), unos dos mil guerrilleros del bloque noroccidental de las FARC, comandados por el jefe guerrillero Iván Márquez, atacaron ferozmente a toda la población civil intentando emboscar y eliminar a toda costa a los paramilitares que se encontraban escondidos allí.
La población temerosa se escondió en el centro de salud, el colegio del municipio, y la mayoría (unas 300 personas) en la Iglesia.
Los guerrilleros de manera inmisericorde utilizaron un lanzador de pipetas, uno cayó al lado de la iglesia, otro cayó detrás del hospital, y otro directo en la Iglesia, aterrizando justo en el altar. Muchos no tuvieron oportunidad ni de escapar. Otros fueron mutilados para morir luego desangrados. Otros se arrojaron al río Atrato para intentar cruzar, pero al otro lado estaban los guerrilleros esperando, la gente clamaba que no eran paramilitares para que no los remataran.
El fuego se mantuvo hasta el otro día, 3 de mayo hasta que la guerrilla logró su objetivo de tomar control del pueblo. No hay certeza de cuánto paramilitares fueron dados de baja en este cruento enfrentamiento porque ellos cargaron con sus heridos, solo quedaron 4 muertos pertenecientes a los paramilitares y un montón de equipos militares y de campaña.
En cambio, los cuerpos de los habitantes masacrados permanecieron dos días tendidos, y hasta el 4 de mayo al medio día fueron recogidos. Y esto porque el inspector de policía le pidió al comandante guerrillero que dejara enterrar a los muertos. “Esto es la guerra. Así de dura es la guerra” tan solo fue su respuesta.
Para poder sacar a sus muertos de la iglesia tuvieron que llenarse de coraje, aguardiente y cigarrillo bajo la mirada insensible de los guerrilleros. Muchos fueron los familiares que no encontraron ni pudieron darles sepultura a sus seres queridos, y aún esperan que la guerrilla les de alguna información de su paradero.
Luego de eso empezó la estela de desplazados, Naciones Unidas estima que fueron unos 30.000 pobladores de la región quienes huyeron.
EL SALDO
Se estima que fueron 119 muertos (entre ellos 47 niños). Esto era equivalente al 10 de la población del pueblo. Y 114 heridos (19 de ellos de gravedad). Muchos de ellos con secuelas psicológicas y físicas de por vida.
Para la guerrilla este era un éxito militar, por la cantidad de cadáveres regados por doquier.
Mientras los paramilitares fueron desmovilizaron y sus cabecillas extraditados en el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, los jefes guerrilleros de las FARC negociaron una paz en el gobierno de Juan Manuel Santos, en donde ahora gozan de cinco curules en Cámara y cinco curules en Senado desde el 2018 al 2022. Curules que le fueron obsequiadas sin siquiera ganarse el favor del pueblo.
Por su parte Iván Márquez ni siquiera asiste a las audiencias programadas por la JEP (justicia creada para las FARC), aduciendo razones de seguridad y falta de garantías (que cinismo). Para estos personajes pedir perdón por lo que han hecho es un acto de rigor, pero asumen que todas las responsabilidades de sus tenebrosas actuaciones son directamente del Estado colombiano quien es el que tiene que responder por las víctimas no solo de esta masacre sino de todos los desaparecidos y secuestrados a lo largo de su sanguinaria historia ya que ellos consideran que su lucha es para el pueblo, y así justifican todas sus barbaridades.
La población colombiana ha soportado esta violencia por más de siete décadas, primero por razones netamente políticas, pero ahora se trata de quedarse con territorios que son claves para el cultivo y tránsito de cocaína y marihuana, entre otros ilícitos.
Colombia es el primer país exportador de cocaína en el mundo y eso es una maldición para sus habitantes, especialmente los que viven en estas zonas rurales.
Para muchas personas que están a favor del proceso de paz en Colombia, perdonar es lo más sano para obtener la paz, pero perdonar no es olvidar. Perdonar como pedir perdón debe ser un acto sincero, y en el caso del que pide perdón, no debe haber repetición.
En este momento guerrilleros de las FARC que no entregaron sus armas y que son llamados disidentes continúan delinquiendo e incluso secuestrando y reclutando menores de edad para sus filas. Muchos de ellos simplemente cambiaron su brazalete y ahora están en el grupo guerrillero ELN.
Mientras en el congreso la mayoría de los políticos están esperando del nuevo presidente Iván Duque una cuota política o incentivos económicos para impulsar las objeciones a la falsa paz que armó Juan Manuel Santos con su combo de vende patrias.
Esta es mi amada Colombia.
FUENTES
https://www.semana.com/nacion/articulo/como-fue-la-tragedia-de-bojaya/50635-3
https://www.elcolombiano.com/colombia/paz-y-derechos-humanos/17-anos-de-la-masacre-en-bojaya-choco-CE10631175
https://noticias.canalrcn.com/nacional-regiones-pacifico/este-2-mayo-se-cumplen-15-anos-masacre-bojaya-victimas-dicen-esperan