7:00-- Ducha muy caliente; humo a mi alrededor y jabón de olor a coco. El vaho y la humedad me despejan y me permiten respirar un poco mejor. No olvido que los alérgicos no podemos abrir las ventanas después del amanecer.
7:15-- Desayuno sin diamantes. Leche muy fría, cacao, galletas, cereales crujientes sacados a hurtadilllas de la caja de desayunos de Niña Pequeña. Tal vez haya algo en el periódico de ayer que merezca aún la pena...
8:00-- Camino del colegio. El frío sube por mi cara en forma de araña.
Algún momento entre las 8:30 y las 14:30-- Un grupo de diecisiete adolescentes me demuestra una vez más que la violencia es algo normalizado en sus vidas y sus padres son una gran molestia (supongo que excepto a la hora de pedir dinero y que les mantengan a cambio de ni-ni). El alumno A decide provocar hasta el extremo en clase; al grupo no le importa: resulta divertido ver hasta dónde soy capaz de aguantar. Me lleva hasta el límite, al infinito, más allá. Hago caso omiso de sus constantes llamadas de atención a cambio de nada y aguanto el tirón. Me aplaudo: un día más he podido resistir, aunque lo lamento por mi alumna, la del fondo de la clase -a la que le gusta aprender- y por el de delante del todo -al que no le gusta aprender y le cuesta, pero el sistema (des)educativo actual me impide prestarle atención y sí fijarme en alumno A, porque hay que rescatarle aunque él no quiera.
Aprovechando la situación, alumno B tergiversa mis palabras. Viene su madre -no es como el otro aquel, pero como si lo fuera. El que fuera modélico se ha convertido en adolescente, pero mamá no lo ve: en el colegio todo lo estropeamos y me pregunto que por qué algunas familias no optan por la escolarización en casa. Servicios Sociales llamará a su puerta día sí y día no, pero seguro que alumno B estaría más a gustito y protegido en el salón materno.
Alumnos C, D y E no quieren trabajar. Se aburren. Lo hacen saber tirando bolas de papel a las alumnas F, G y H. Yo sé que es su forma de pedirles que les miren. Alumnos I y J deciden copiarse los ejercicios delante de mí. Les dejo, por si así aprueban. Los exámenes de los alumnos K y L están copiados literalmente del libro, pero me hago la tonta porque han copiado mal y se han equivocado.
Escribo un correo electrónico al padre del alumno M, tal como me pidió en enero; soy consciente de que esta medida se volverá contra mí, como pasa tantas veces: "Yo no estoy para recibir información de mi hijo en el colegio: le traigo para que le eduquen", oigo que le contesta la madre del alumno N a su tutora. Me apunto mentalmente que debo revisar la normativa de la Comunidad para comprobar si estoy obligada a informar a los padres sobre la evolución académica de los hijos, pues no es es cuestión de molestarles por tonterías...
14:30- 17:00-- Comida. Hoy Niña Pequeña hace frente a un plato descomunal de macarrones con tomate. Pollo de segundo plato, yogur, té con leche -esta vez muy caliente, para que me dé tiempo a comprobar que el mundo de mi periódico sigue igual que ayer.
17:00-22:00-- Me voy en autobús, empieza mi segundo semestre como alumna -me resisto a recordar lo que el alumno Ñ me dijo hace unas semanas: "Yo seré infinitamente mejor que tú", pues sé de buena tinta que es carne cañón, abrasado por tener que estar sentado en una silla escolar que no le interesa. Nuevo profesor, apuntes, la fecha del examen. Me desintoxico mentalmente pensando que, como me dijo mi amiga Belén, somos unos afortunados por poder tener esta formación. Aprovecho y busco después a Niña Pequeña unos leotardos de fantasía para su vestido nuevo.
Algún momento entre las 22:00 y las 24:00-- Ceno con mi madre: hoy Niña Pequeña y yo dormimos aquí. Mamá hizo tortilla de patatas porque así se lo pidió su nieta. Corrijo después unos trabajos y miro los correos electrónicos del día -varios del trabajo, algún amigo; que no se me olvide mandar uno a... Cojo el nuevo libro que tengo entre manos. Busco el marcapáginas. Desconecto.