Revista Viajes
El Parc de la Ciutadella es uno de los parques más cosmopolitas de la ciudad condal. En él se entremezclan diversidad de personas con su variedad de motivos: turistas, músicos, estudiantes, amantes del deporte o la lectura, enamorados, bohemios, familias, hippies...Todos componen un collage compuesto de distintos universos, cada espacio marca una forma de hacer, un pretexto o simplemente una instantánea.
Al entrar por cualquiera de sus accesos, los pasos no siguen un trazado definitivo. Quizás, entre otros casos, porque la mirada también se entretiene en cada rincón. Se avanza al ritmo del parque, de la gente, de los deseos de encontrar nuestro propio recorrido.
Durante la ruta nos acompaña una cuidada vegetación, muestras de ejemplares de distintas regiones del munddo y algunos reconocidos por su edad.
De repente sorprende la figura de un mamut a tamaño natural, escultura de Miquel Dalmau, ante la cual algunas personas esperan su turno para hacerse fotos. Algunos intentan abarcar en un abrazo una de sus monumentales patas, mientras que otros juguetean con su trompa.
Al centro se impone una gran cascada presidida por el nacimiento de Venus y acompañada por otras figuras mitológicas. En distintos puntos surgen chorros de agua y tal vez como paradoja, también emanan de unos dragones alados. La obra fue diseñada por el arquitecto catalán Josep Fontseré, quien tuvo como ayudante a Antoni Gaudí, que en aquel entonces era muy joven. A ambos extremos de la cascada se disponen unas escalinatas que convergen en una especie de templete central. Desde aquí se puede disfrutar de las vistas panorámicas del parque y a medida que se va descendiendo, se pueden lograr curiosas fotos desde diferentes perspectivas.
Y como fondo bien podríamos escuchar algunos músicos o alguna pequeña banda tocar en la glorieta del parque, mientras otros parecen danzar con la música, pasean en familia o transitan con sus bicis.
Otra forma de esparcimiento se encuentra en el lago del parque, frente a la cascada, donde se puede navegar con barquitas de remos. En el interior del lago hay varios islotes y a su alrededor se alzan palmeras y otros árboles exóticos.
Más adelante se encuentra la anntigua Plaza de Armas, de diseño rectangular, con un estanque en su centro, donde reposa una figura femenina con gesto de abatimiento, escultura de Josep Llimona llamada "Desconsuelo". Detrás se erige el Palacio del Parlamento de Catalunya, otrora edificio del Arsenal.
El edificio del Arsenal, junto al antiguo Palacio del Gobernador, ocupado actualmente por un instituto de enseñanza secundaria, y la Capilla Militar, actual Parroquia Castrense, son las únicas edificaciones que quedaron tras el derribo de la Fortaleza de la Ciudadela.
Tras dejar la Plaza de Armas, a continuación sobresale por sus dimensiones el Castillo de los Tres Dragones, merecedor de una visita concreta por albergar la sede actual del Museo de Zoología. Además, es una de las coonstrucciones que se conservan de las realizadas para la Exposición Universal de 1888.
En este punto podemos transitar por el Passeig dels Til·lers, avenida peatonal donde algunos patinan, otros descansan o charlan animadamente en los bancos y la mayoría disfruta del paseo.
Otra de las esculturas vinculadas a la Exposición Universal de 1888 y que sirvió como puerta de bienvenida para el evento, fue el Arco de Triunfo. Las otras edificaciones que perviven son el Umbráculo y el Hivernáculo. Detrás del Hivernáculo se encuentra el Museo Martorell de Geología. Y compartiendo gran parte del terreno con el parque, se halla el Zoo de Barcelona.
Cada día en el mismo escenario del Parc de la Ciutadella se desarrollan distintas escenas, su diversidad es su razón de ser, es la que marca el sentido contidiano de un parque público y lo revaloriza no solo como pulmón verde de la ciudad, sino también como espacio vital de convivencia y distracción.
publicado el 17 mayo a las 20:15
Un lugar maravilloso tanto en verano como en invierno para pasear y disfrutar del arte y la naturaleza