Revista Diario
Acabo de recoger a mi hijo del cole. El último día antes de las vacaciones de Navidad. Y realmente hace un día digno de esta época. Sólo falta la nieve pero de nuves, frío y lluvia estamos bien servidos. Veníamos los tres en el coche, mis dos niños tan felices en sus sillas comiendo galletas y escuchando música. Se me ha ocurrido hacer un comentario de lo más normal. “Hace un día de perros”. Tras un breve silencio, mi hijo mayor responde: “Mamá, yo no veo ningún perro”. Se me ha ocurrido explicarle que no hay perros, que era sólo una expresión, una frase hecha y no sé qué más pamplinadas que el pobre, con tres años, evidentemente aún no entiende. Así que seguía en sus trece. “Pero mamá, yo no veo ningún perro”. “Tienes razón hijo, me he equivocado, no había ningún perro”.