En lo alto de las montañas de Alicante se esconde este pueblecito tan particular. Es curioso que a pesar de ser un lugar turístico y peculiar, muchos alicantinos no lo conocen y no han ido nunca (eso hay que cambiarlo, no sabéis lo que os estáis perdiendo). En mi familia sin embargo, tenemos la costumbre de visitar este municipio al menos cada año, no sabéis la de veces que he subido aquí desde que era pequeñita… Y a pesar de tenerlo muy visto, ¡nunca me escucharéis decir que no quiero ir!
Guadalest se encuentra entre montañas (como la Sierra de Aitana) y para llegar hasta allí lo mejor que podéis hacer si vais desde Alicante es llegar hasta Benidorm, subir por Finestrat y desde ahí coger la carretera con la indicación a Guadalest. No es difícil y no tiene pérdida. Os recomiendo ir en primavera, verano (lo veréis lleno de gente) o a principios de otoño. En invierno hace mucho frío por la altura y no se disfruta del paseo. Por cierto, siendo un lugar tan pequeño y remoto, recibe más de 2 millones de visitantes al año :)
Lo más famoso de todo el pueblo es su torre, que aparece en casi todas las postales y fotos de Guadalest. Para acceder a la parte superior del pueblo donde está el ayuntamiento y otros puntos de interés, hay que atravesar la montaña a través de unas escaleras que cruzan la roca. Su castillo también es famoso, y podemos subir hasta él aunque quedó destrozado a causa de dos terremotos en el año 1644. El pueblo en sí mismo no tiene más que cuatro o cinco calles, pero está lleno de tiendas de artesanía y un buen puñado de museos que os recomiendo visitar (os hablaré de los museos que hay allí otro día, especialmente de uno en concreto).
Si conseguís subir por sus calles empedradas y llenas de cuestas, podréis disfrutar de las vistas del pantano de Guadalest, que recoge toda el agua del valle y del propio río del mismo nombre.
Lo mejor es llegar antes del mediodía, para poder hacer la subida al mirador que hay en el punto más alto del pueblo con calma (y sin estar a pleno sol). No es necesario llevar zapatillas de deporte, pero sí calzado cómodo que no resbale en las piedras y que sujete bien el pie. El pantano tiene un color azul increíble que no he visto en ninguna otra parte de Alicante. Y es una pena que este año esté tan vacío, creo que nunca había visto el nivel de agua tan bajo como esta vez. Si tenéis curiosidad, os diré que el baño en el pantano no está prohibido, pero sí desaconsejado, ya que no hay presencia de socorristas y ha habido varios accidentes debido a la profundidad del mismo (de unos 75 metros). Así que si os entran ganas de bañaros cuando lleguéis allí, mejor id a las Fuentes Del Algar ;)
Esta vez pillamos el pueblo en fiestas patronales y estaba todo decorado con miles de banderines de colores, había mucha más gente de lo habitual (sin llegar a ser molesto) y también vimos pasacalles con música de bandas. El resto del año, es un sitio muy tranquilo. Aunque la mayoría de tiendas venden souvenirs, nunca está de más echar un vistazo porque se pueden encontrar cosas muy curiosas. Hay varias tiendas que ofrecen una selección muy amplia de productos naturales hechos en la zona, una tienda de mermeladas y vinagres artesanos, productos hechos con miel y cera de abejas…
El pueblo cuenta con un gran número de museos, a pesar de ser un lugar tan chiquitito. Concretamente hay un total de siete, y algunos de ellos son de lo más friki que podáis imaginar. Hay dos museos de miniaturas (tengo otro post preparado sólo sobre estos museos porque vais a alucinar), un museo de casitas de muñecas que cuenta con un Belén ecológico, un museo de torturas medievales, un museo con las mazmorras y calabozos del castillo, uno de saleros y pimenteros (únicamente existe otro igual en Tennesse)…
Qué hacer y qué ver
– Llegad al pueblo antes de media mañana para poder aprovechar bien el día. Es pequeño pero si queréis verlo todo tened en cuenta que volveréis a media tarde.
– Imprescindible ver el Museo Microgigante y el Museo de Microminiaturas, ambos de Manuel Ussá. En el primero está permitido hacer fotos y si cogéis el pase para ambos museos os podéis ahorrar un par de euros.
– Disfrutar de las vistas del embalse, de Benidorm y del mar desde lo más alto del pueblo.
– Hacer una visita a los calabozos.
– Comer en alguno de los restaurantes de Guadalest. Tienen precios razonables y hay variedad de platos. Eso sí, mejor no comáis mucho porque luego las cuestas… se notan.
– Comprar productos artesanales de la zona. Recomendadísimo la miel y los licores herberos.
– Visitar la Casa Orduña y subir al castillo a través de ella.
– Probar el helado con el sabor más raro que encontréis en Heladería Palacio (son artesanos y naturales, tienen sorbetes veganos y también helados sin azúcar).
– Horrorizarse con el Museo Histórico Medieval de Tortura. Porque vaya cosas que inventaba la gente para las torturas…
– Buscar monedas de países desconocidos entre las ofrendas que le dejan a la virgen. Y si cogéis alguna para vuestra colección, ¡dejad otra a cambio!
– Comprar mermelada y vinagre artesanal de mil y un sabores en El Rincón De Las Mermeladas.
– Hacer una moneda souvenir o moneda elongada de Guadalest. Yo las colecciono y me hizo mucha ilusión que hayan puesto una máquina aquí :D
– Sentarse un rato en las escaleras que cruzan la montaña para disfrutar del viento fresquito.
Guadalest es uno de esos sitios que se sale de lo común. Hay que visitarlo por lo menos una vez, y más aún si vivís en Alicante. A mí me sigue pareciendo mentira que este sitio exista tan cerca de casa, da igual cuántas veces haya ido, me sigo emocionando como si fuera una niña pequeña. Si estáis de vacaciones en Alicante y queréis hacer algo distinto para pasar el día, ya tenéis un plan perfecto que nunca falla.