Hoy os voy a hablar de un lugar, concretamente de un pueblecito del interior de Alicante, Guadalest, que pertenece a la comarca de la Marina Baja y su población no llega a los 250 habitantes.
Este fin de semana fuimos a pasar el día allí y la verdad es que lo pasamos muy bien. Yo estuve hace más o menos 6 años, pero desde entonces no había vuelto y la verdad que no recordaba muy bien lo que era el pueblo en sí. Al principio del día, por la mañana, el cielo estaba nublado e incluso llovió un poquito. Después por la tarde salió el sol e hizo una tarde estupenda. Nosotros tuvimos la suerte de estar comiendo mientras llovía.
Como os he comentado, es un pueblo muy pequeñito y sus habitantes viven prácticamente del turismo.
Como podéis ver en las fotos son todo callejuelas donde el suelo es de piedra, las casitas (que en su mayoría son comercios) son de colores cálidos y blancos. Es muy agradable pasear por sus callejuelas…se respira una paz y una tranquilidad. En el pueblo en sí no circulan los coches, solamente se puede acceder a él a pie. Es una ventaja porque puedes pasear tranquilamente sin pensar en subir a la acera cada vez que escuchas el sonido de un motor, y además si vas con niños puedes estar tranquila aunque vayan por medio de la calle. Los coches de quedan en la carretera que rodea el pueblo junto con los autobuses donde viajan los turistas.
Durante nuestra visita recorrimos todo el pueblo y nos perdimos por las distintas calles, disfrutamos de las vistas, del viento del monte y de poder respirar dulcemente sin notar la contaminación a la que estamos sometidos en las grandes ciudades! Comimos en un restaurante estupendo, Restaurante Mora, que está situado nada más entrar al pueblo a pie desde el parking del ayuntamiento a mano izquierda. El local es muy acogedor, decorado con madera y pintado en tonalidades marrones y beis. Además cuidan cada detalle tanto en la decoración como en la presentación e los platos. Cuenta con una zona de salón, un patio interior y la zona de terraza en la calle.
La CartaPatio interiorMientras comíamos sonaba música y no se escuchaba el típico alboroto que hay en cualquier restaurante o bar. Se agradece poder hablar tranquilamente sin tener que estar gritando a voces para que la persona de enfrente te escuche. El personal muy agradable, te tratan como en casa, todo muy familiar.A continuación os muestro algunos de los platos que teníamos en el menú degustación que ofrece el restaurante los fines de semana. La comida fue estupenda. Platos mediterráneos con un toque moderno y sofisticado, y una calidad inmejorable. Salimos todos “super llenos” de todo lo que habíamos comido jeje. Crepes de verdura con salsa de pesto y piñones Bandeja de pan rústico y con semillas Tartar de atún con fresas Falso risoto de setas , foie y rúcula Tarta de tres chocolates Tarta de fresas con mascarpone Trufas de chocolateTé de sandía (disponible en varios sabores, azahar, romero...) Después de comer continuamos visitando los distintos comercios. Yo me compré una crema de manos hecha de miel. Mi suegra ya me había regalado un tubito pero yo estaba tan encantada con el aroma y el resultado de la crema que quería más. Al final me compré un tubo de 250 ml!
A parte de los comercios (donde puedes comprar de todo), no puedo olvidarme de algo muy característico del pueblo. Hablo de los museos. Seguramente por Navidades habréis visto aparecer en televisión un Belén ecológico, las casas en miniatura… estos museos son un gran atractivo para los turistas.
Mi look para el día fue sobretodo cómodo. Teniendo en cuenta que íbamos a estar todo el día fuera de casa, andando por calles de piedras subiendo y bajando… Opté por el estilo leñador. Camisa de cuadros (Carrefour), pitillos azules (Primark), bomber azul (Primark), botines (tienda local Madrid) y bolso camel (Bolsa & Co).
Aquí te muestro un outfit similar al mío.
Espero que os haya gustado el post de hoy. Y ya sabéis, si buscáis pasar un día tranquilo y respirar aire puro, os recomiendo que visitéis este pueblo.Besitos!