Hacía poco más de dos años que había dado comienzo la Segunda Guerra Mundial. Durante todo ese tiempo, Estados Unidos había permanecido neutral, aunque había ayudado a Inglaterra enviando suministros vía marítima. Pero, para bien o para mal, eso cambiaría una mañana de domingo de 1941. Justamente hoy hace 73 años, aviones japoneses bombardeaban la base naval que Estados Unidos tenía en las islas Hawai, ataque que se acabaría saldando con numerosos barcos, hundidos o dañados y 2.400 muertos. Al día siguiente, el presidente norteamericano, Franklin D. Roosevelt, declararía la guerra al Imperio Japonés, la cual culminaría en agosto de 1945, con el lanzamiento de las bombas atómicas a las ciudades de Hiroshima y Nagasaki.
Mucho se ha hablado sobre el ataque a lo largo de todos estos años. Hay incluso quien defiende que los norteamericanos tenían conocimiento previo del ataque, pero dejaron hacer a los japoneses para así tener la excusa perfecta para entrar en el conflicto, a lo cual la mayoría de la ciudadanía se oponía. Muchos defienden que la sorpresa fue total. Personalmente, y tras ver documentales y leer sobre el asunto, creo que lo más factible era que tuvieran algunas informaciones, pero que no supieron interpretar correctamente la información. Lo único totalmente cierto es que, a partir de ese momento, los norteamericanos se verían inmersos en más de tres años y medio de conflicto que acabaría con la victoria final aliada.