Revista Diario

Un día para recordar: 13 de septiembre de 2010

Por Belen
Hoy es un día para recordar, para grabar en nuestra memoria, el 13 de septiembre del año 2010, el día que nuestro hijo ha comenzado el colegio. Un día distinto, donde comienza una nueva etapa, una nueva andadura, donde está dando el gran salto a otra infancia, donde se nos hace un poco más mayor.

8:00 horas: Nos despertamos.

Papá y mamá han ido a despertarle, a las 8 en punto, papá estaba grabando con la cámara de vídeo. Él sabía que hoy era el día y ha despertado con una pícara sonrisa en la cara.
- "Mamá tengo que desayunar rápido para que me de tiempo de ir al cole".
Y es que como desayuna tanto a veces le lleva más tiempo del que me gustaría. Pero se ha portado bien y ha desayunado en un tiempo prudencial.
8:50 horas: Nos vestimos.

Mientras yo acababa de preparar todo (los libros y el material que debíamos entregar, su mochila, su chaqueta), papá le ha vestido. Estaba muy contento y emocionado.
- "¿Y el baby?".
- "Hoy no hace falta baby cariño, hace calor y hoy solo vas a ir un ratito corto al cole para conocer a tu profesora y a alguno de tus compañeros".- "Pero yo no quiero ir un rato corto, quiero ir mucho rato al cole".
9:15 horas: Salimos de casa.

Después de dar muchas vueltas de última hora, se me olvida esto, tengo aquello, salimos los tres de casa. Ha decidido llevar él su mochila de Rayo McQueen, y eso que pesa un poquito. Hay que llevar una muda de ropa (por si hay accidentes, pises y demás), pañuelos, agua, y por supuesto no puede faltar unas galletas y un zumo. Mi hijo se debe creer que se va a morir de hambre allí.
9:25 horas: Llegamos al cole.

Diez minutos escasos es lo que tardamos en llegar al colegio, y eso que vamos a su ritmo, tranquilos.
Ya en la puerta de la entrada al área de infantil mi hijo se impacienta, quiere entrar ¡¡YA!!. Y protesta y lloriquea, no porque quiera marcharse sino porque irse con su profesora, en ese instante. Algunos niños están abrazados a sus madres, otros ríen y juegan, otros se impacientan al igual que mi hijo. Solo son 12, quizá menos.
Cuando hemos llegado a la puerta de la clase, mi hijo se ha soltado de mi mano y aunque no conocía a la profesora, cuando la ha oído llamarle, se ha ido con ella sin mirar atrás, ¡¡ni un beso nos ha dado!!. Muy prudentes nos hemos retirado de su campo de visión. Muchos niños lloraban, dos de ellos gritaban y estaban muy muy nerviosos. Mi marido pudo verle por una esquinita, estaba tranquilo, sorprendido, con su mochilita muy contento, pero extrañado supongo de ver a esos niños gritar y llorar. Y cerraron la puerta, ya está en manos de su profesora, así que nos vamos.
Hoy solo estarán una hora, de 9,30 a 10,30 y la clase la dividen en dos grupos. El primer grupo es el de las 9,30, y el otro entra a las 10:45 horas. Esto lo haremos hasta el miércoles. Ya el jueves, se integra todos los alumnos y entran a la vez, y ya la jornada será de 9:15 a 12 horas.
Pero en una hora parece que les ha dado tiempo a mucho, han entrado, han jugado un poco, han salido al patio, al arenero, jugado con cubos y palas y regresado al aula, donde les han llevado a todos a los baños a hacer pis. Muy completo.
10:30 horas: La hora de la salida.
Cuando ha llegado la hora de recogerles, hemos ido a la puerta del aula, ya estaban en fila esperando a salir. Algunos con lágrimas en los ojos, otros muy serios. Mi niño me ha visto en seguida, estaba el tercero en la fila, no lloraba pero se notaba que alguna lágrima había caído. Estaba un poco nervioso. Me ha abrazado muy fuerte y me ha pedido que le limpie los mocos. La profe me ha dicho que no ha ido mal pero que un poquito ha llorado, mientras decía "no lloro que soy mayor". Pobre mío. Pero luego nos ha enseñado el arenero, los columpios, y ha ido tranquilo con los abuelos y conmigo pero algo serio y pensativo.
Creo que no esperaba ver a todos esos niños llorando y al final le han debido contagiar. Nos hemos ido al parque y hemos pasado el resto de la mañana muy entretenidos. Después en casa tenía su comida preferida: pollo asado y natillas de chocolate. Hemos leído muchos cuentos y se ha ido a la cama a echar su siesta. Está agotado, ha sido una mañana de muchas emociones.
Como os digo está confundido. Me ha preguntado por qué los niños lloraban, pregunta que yo esperaba. He intentado explicarle que otros nenes son más pequeños que él y que quizá sus papás y mamás no les han contado que el cole es un sitio para pasarlo bien, aprender muchas cosas, hacerse más mayores. Pero que él se lo puede contar mañana si los ve llorar.
No hacía más que mirarme, y varias veces me ha preguntado - "¿estás contenta mamá?". Mi aprobación es muy importante para él, así que la mañana me la he pasado achuchándole, besándole y diciéndole lo orgullosa que estoy de él.
Como premio esta tarde nos iremos a jugar al balón al parque, para cenar mami le hará croquetas (sus preferidas) y esta noche papi le leerá un porrón de cuentos. Porque mañana hay que ir al cole, y solo espero que sea tan fácil como hoy, aunque creo que será un poco más difícil.
Mientras comíamos me ha dicho algo pesaroso:
- "Mamá le he dicho a la profesora que no me gusta estar solo, porque tu estabas lejos y no estabas conmigo".
Pobre mío. Le he explicado que yo estaba fuera esperándole porque las mamás no podemos entrar en las clases, ahí van solo los niños con sus profes para aprender y hacerse mayores. Y sobre todo le he explicado que él nunca está solo, que yo le dejo con su profesora porque es muy buena y cariñosa, y que mami estará fuera esperándole. Parece que se ha quedado conforme.
La verdad es que me siento orgullosa de él, no lo puedo remediar. Es un niño sensible, es cierto pero ha analizado bien la situación, y ahora debemos adaptarnos todos a este gran cambio.

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