Un día recojo todo y me voy. Y así un día tras otro. Y con los días, los años, y con los años, las canas. Un día recojo todo y me voy. Y cada vez que levantas la mochila pesa más. Y cada vez son más las cuerdas que se tensan cuando das un paso hacia afuera. Tantas que cada mañana ves el barco partir y miras para otro lado. Te sientas a ver noticias o te pones a hacer café.
Son tantos los recuerdos, los aromas y los enseres que los evocan, que cuesta desprenderse. Pruebas a recortar tu eslogan y te quedas en un día me voy. Sin más. Con lo puesto. Pero, un día tras otro se van yendo los años, y con los años, los hijos y con los hijos ya está. Un día me voy, pero, ¿cuándo?
Foto: Co’ReportSi dejas pasar el tiempo, te quedarás como yo con las manos arrugadas y los sueños a buen recaudo, pues yo no me fui. Aguardé tanto el momento que se me vinieron encima los hijos, y con los hijos, los nietos, y con los nietos, las flores. Me quedé para escuchar a ojos cerrados a quienes sí partieron que, en sus visitas, me regalaban bolsos llenos de aventuras.
Si un día consigues vencer al amago y decides irte, no te vuelvas a ver lo que dejas atrás, no llores. Déjate ser feliz. Deja que pase un día, que pase otro, que con los días, los años y con los años, la vida.
Un día recojo todo y me voy, pero aún no te has ido.