Los amigos de mis amigos no son mis amigos, ni los míos propios lo son.
Sólo son acompañantes de mis viajes, compañeros de trabajo, armonizadores de mis días o falsas compañías que suelen dar negatividad a mi vida diaria.
Todo depende, depende del momento y de con quien estés. Quien hoy te da alegría, mañana puede darte pena.
Quien ayer te amó con locura, hoy te puede odiar a muerte.
Todo se mide en segundos.
La persona que te llene de positividad en un momento dado, puede ser quien te induzca al llanto. Ni tu propia familia tiene la obligación de hacerte feliz y velar por tu bienestar.
Solo son personas, eso es…solo somos personas, da igual sexo, raza o si es de tu misma sangre.
Nadie tiene que ser imprescindible para ti, ni tú mucho menos lo eres para nadie…
Das sin pedir nada a cambio, pero una parte de tí espera una pequeña parte de lo que diste, no por el hecho de que tu quieras que te devuelvan ”el favor”, si no por el hecho de sentirte querid@ y valorad@.
Las cosas, la vida, el día a día…nada es nunca como queremos que sea(o casi nunca), las cosas vienen y van, suceden o no suceden, se buscan y se encuentran o a lo mejor incluso se pierden en el camino.
Duele, claro que duele.
Duele ser siempre la que reclame y casi nunca ser reclamada, duele querer tanto a alguien y que ese alguien no sienta que eres tanto para él/ella , duele ver que quien menos da, quien menos se preocupa y quien menos piensa en los demás es a quien más tienen en cuenta y a quien más amor demuestran.
Pero la vida en sí es esto y hay que aceptar lo que venga…o esquivarlo.
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