Un dios salvaje (Roman Polanski, 2.011)
Ficha:
Título Original: Carnage.
Director: Roman Polanski.
Guionistas: Roman Polanski, Yasmina Reza.
Intérpretes: Kate Winslet, Christoph Waltz, Jodie Foster, John C. Reilly, Elvis Polanski, Eliot Berger.
Productor: Saïd Ben Saïd.
Fotografía: Pawel Edelman.
Música: Alexandre Desplat.
Montaje: Hervé de Luze.
Países: Francia, Alemania, Polonia, España.
Lugares de Rodaje: París (Francia).
Año: 2.011.
Duración: 79 minutos.
Edad: No recomendada para menores de 12 años.
Género: Comedia, Drama.
Distribuidora: Alta Classics, S L. Unipersonal.
Estreno: 18-11-2.011.
WEB Oficial: Web Oficial de la película en España.
Espectadores: 463.160.
Recaudación: 3.022.655,47 €.
Calificación: 6,611.
Sinopsis:
Dos niños de unos once años se enfrentan con violencia en un parque. Labios hinchados y algún diente roto… Los padres de la ‘víctima’ han invitado a su casa a los padres del ‘matón’ para resolver el conflicto. Lo que comienza siendo una charla con bromas y frases cordiales adquiere un tinte más violento a medida que los padres van revelando sus ridículas contradicciones y grotescos prejuicios sociales. Ninguno de ellos escapará del brutal juicio final ante “Un dios salvaje”.
Comentario:
Roman Polanski ha tomado la obra de teatro de la dramaturga Yasmina Reza (aquí, también guionista), se ha encerrado en las cuatro paredes del piso de una familia burguesa y ha dejado que dos matrimonios se saquen los ojos. Dos niños se enzarzan en una pelea: a partir de aquí, los padres de ambos optarán por dialogar sobre lo ocurrido. Las dos parejas, con un nivel cultural alto y una aparente disposición para arreglar las cosas hablando, terminarán por dejar las buenas palabras a un lado y comenzar la guerra sucia.
Crítica:
20-11-2.011 – ANTÓN MERIKAETXEBARRIA
Carnicería
Con “Un dios salvaje” Roman Polanski se encierra a cal y canto con sus intérpretes en un apartamento, recreado en interiores de estudio, para narrar de forma inmisericorde la experiencia dialéctica y vital de los padres de dos niños que se han peleado sin razón aparente. En principio, entente cordial para depurar responsabilidades, que acaba resultando una sangrienta farsa, una crítica feroz de la alta burguesía, no exenta de una aterradora dimensión humana y social. Porque estamos ante una historia de nuestros días sobre cuatro seres humanos que se odian y que, paso a paso, van degenerando en una salvaje carnicería.
Maestro indiscutible de los espacios cerrados, de los ambientes claustrofóbicos, Roman Polanski tiende las redes de su virtuosismo como cineasta, conforme endosa al espectador un discurso cinematográfico mucho más duro y polémico de lo que a primera vista pudiera parecer. Un sarcástico ejercicio de estilo, con cargas de profundidad dentro, en cuyo desarrollo el siempre afilado autor de “El cuchillo en el agua” aborda conflictos personales y familiares capaces de conmover al espectador más endurecido… o maleado por los telefilmes al uso y desuso.
Una película sin concesiones, cuya escenografía multiplica las angulaciones de cámara, a base de un ritmo fluido y un montaje vertiginoso, sin olvidar la colaboración de unos intérpretes admirables en el retrato cruel de sus hipócritas personajes, incluidos Kate Winslet poseedora de una energía nerviosa, turbadora; así como Jodie Foster, capaz de martirizar hasta el arabesco su difícil personaje; o Christoph Waltz, tan seguro e incisivo como siempre; reforzado por un malévolo sentido del humor y, cómo no, el todoterreno John C. Reilly, en un papel complejo, al que imprime el sello de su fuerte personalidad. Artistas de cuerpo entero para un filme tan tragicómico como sobrecogedor. Y el filme es de una implacable contundencia. Casi perfecto en su concisa dureza. Como balas.
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