La ilustración representa la nube en expansión de vapor de agua fría que los astrónomos han detectado en el creciente sistema solar cercano a la estrella TW Hydrae. El vapor de agua fría puede eventualmente entregar océanos a los planetas secos que se están formando en el sistema. (NASA)
Por primera vez los astrónomos han detectado en torno a un naciente sistema solar una extensa nube de vapor de agua suficientemente fría como para la formación de cometas que, eventualmente podrían depositar océanos en los planetas secos.
El agua es un ingrediente esencial para la vida. Los científicos han encontrado volúmenes de agua equivalentes a miles de los océanos de la tierra dentro del disco de formación de planetas que rodea a la estrella TW Hydrae. Esta estrella se encuentra a 176 años luz en la constelación de la Hidra y es el potencial sistema solar más cercano a la Tierra.
El profesor de astronomía de la Universidad de Michigan, Ted Bergin, es coautor de un artículo sobre estos descubrimientos que se publica en la edición del 21 de octubre de la revista Science.
Los investigadores usaron el Instrumento Heterodino para Infrarrojo extremo (HIFI por su sigla en inglés) del Observatorio Espacial Herschel, en órbita, para detectar la señal química del agua.
“Esto nos indica que los materiales que la vida necesita están presentes en un sistema antes de que nazcan los planetas”, dijo Bergin, un coinvestigador del HIFI. “Nosotros esperábamos que así fuera, pero ahora sabemos que es así porque lo hemos detectado directamente. Es decir, podemos verlo”.
Los científicos habían encontrado antes vapor de agua templado en los discos de formación de planetas más próximos a la estrella central. Pero, hasta ahora, no se había encontrado pruebas de que las vastas cantidades de agua se extendieran a las regiones más frías y lejanas de los discos conde toman forma los cometas y los planetas gigantes. Cuanta más agua esté disponible en los discos para que se formen cometas helados mayores son las probabilidades de que grandes cantidades de agua eventualmente lleguen a los planetas nuevos mediante los impactos.
“La detección de agua adherida a los granos de polvo a lo largo y a lo ancho del disco de formación de planetas presenta algo similar a lo que haya ocurrido en la evolución de nuestro propio sistema solar donde, a lo largo de millones de años esos granos de polvo se han acumulado para formar los cometas. Éste sería un mecanismo principal de acumulación de agua sobre los cuerpos planetarios”, dijo el investigador principal Michiel Hogerheijde de la Universidad Leiden en Holanda.
Otros descubrimientos recientes hechos con el HIFI sustentan la teoría de que los cometas transportaron una porción significativa de los océanos en la Tierra. Los investigadores determinaron que el hielo sobre un cometa denominado Hartley 2 tiene la misma composición química que nuestros océanos.
El HIFI ayuda a que los investigadores entiendan cada vez más cómo el agua llega a los planetas, tanto a la Tierra como a otros. Si la estrella TW Hydrae y su disco helado son representativos de otros muchos sistemas estelares jóvenes, como los investigadores creen que son, entonces parecen darse las condiciones para el proceso de creación de planetas en torno a numerosas estrellas con agua abundante en todo el universo, según funcionarios de la agencia espacial estadounidense NASA.
El artículo se titula “Detection of the Water Reservoir in a Forming Planetary System”. También contribuyeron investigadores del Instituto de Tecnología de California, la Universidad de Amsterdam, El Centro Harvard-Smithsonian para Astrofísica, la Universidad John Hopkins, el Observatorio Europeo del Sur, el Laboratorio de Propulsión de la NASA, y el Instituto Max-Planc para Física Extraterrestre.
Herschel, una misión de la Agencia Espacial Europea con participación de la NASA, es un telescopio orbital que permite que los astrónomos observen imágenes en longitudes de onda de infrarrojo extremo donde las moléculas orgánicas y el agua emiten sus señales químicas.
Articulo publicado en la web de la Universidad de Michigan. Su autora es Ann Arbor y la traducción, creo, que es de Vivianne Schnitzer.