Revista Salud y Bienestar

Un dispositivo implantable podría reducir la hipertensión resistente al tratamiento

Por Bamboo


Un dispositivo implantable podría reducir la hipertensión resistente al tratamientoInvestigadores afirman que un choque eléctrico engaña al cuerpo para que regule la presión arterial

MARTES, 5 de abril (HealthDay News/HolaDoctor) — Investigadores informan que un nuevo dispositivo implantable se muestra promisorio para las personas que sufren de hipertensión arterial difícil de controlar.

El dispositivo, que se coloca mediante cirugía justo debajo de la clavícula, envía un choque eléctrico de cuatro a seis voltios a las arterias carótidas. Se dice que eso reduce la presión arterial a través de un proceso conocido como terapia de activación del barorreflejo.

Los investigadores planificaban presentar sus hallazgos el martes en la reunión anual del Colegio Estadounidense de Cardiología en Nueva Orleáns.

“Las personas que sufren de hipertensión resistente, o sea presión arterial elevada que no responde a terapia con múltiples medicamentos ni a cambios en el estilo de vida, son un grupo creciente y necesitan desesperadamente de tratamientos adicionales”, aseguró en un comunicado de prensa de la reunión el Dr. John D. Bisognano, autor líder del estudio y profesor de medicina de la división de cardiología de la Universidad de Rochester.

“Este sistema es seguro, y su efecto es tan bueno como el de dos o tres fármacos para las personas que ya toman cinco o seis y aún así no pueden controlar la hipertensión”, señaló Bisognano, quien también es asesor de CVRx, Inc., fabricante del dispositivo que financió el estudio.

Los pulsos generados por el dispositivo engañan al cuerpo para que piense que la presión arterial ha aumentado. En respuesta, el organismo envía reguladores que hacen que la presión arterial se reduzca, explican los investigadores en el comunicado de prensa.

Para este estudio de fase 3, que por lo general se lleva a cabo antes de solicitar la aprobación de un dispositivo a la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) de EE. UU., el aparato se implantó en 265 pacientes de hipertensión arterial (con lecturas superiores a 160/80 mmHg) reclutados de centros de EE. UU. y Europa. Todos los pacientes tomaban tres o más fármacos antihipertensivos, incluso un diurético, pero su hipertensión seguía fuera de control.

Las lecturas de presión arterial superiores a 140/90 mmHg aumentan el riesgo de enfermedad cardiaca y renal, accidente cerebrovascular y muerte, señalan los expertos.

Los pacientes se asignaron al azar a uno de dos grupos. Ambos grupos tomaban más o menos el mismo número de medicamentos. Un grupo recibió el dispositivo de terapia de activación del barorreflejo con una activación para los doce meses completos. En el otro grupo, se programó el dispositivo para que comenzara a funcionar a los seis meses.

La meta para la presión arterial sistólica, la cifra superior en una lectura de la presión arterial, fue de menos de 140 mmHg. En las visitas mensuales, si la meta del paciente no se había alcanzado, se aumentaba el voltaje para reducir más la presión arterial.

La presión arterial sistólica se redujo en ambos grupos, reportaron los investigadores. El 41 por ciento de los pacientes con el dispositivo alcanzó los niveles objetivos tras seis meses, y más de la mitad (54 por ciento) alcanzó el objetivo tras los doce meses.

A los investigadores también les sorprendió un efecto placebo observado en el otro grupo. Alrededor de una quinta parte de las personas que no recibían choques alcanzaron de cualquier manera su objetivo de reducción de la presión arterial en los primeros seis meses, o fase de control, mientras que 46 por ciento alcanzó su objetivo para finales del estudio.

En general, “las reducciones en [la presión arterial sistólica] a los seis meses fueron de al menos 50 por ciento de las vistas a los seis meses, lo que demuestra una respuesta sostenida”, escribieron los investigadores.

En ambos periodos, los dos grupos también observaron una reducción en su presión arterial diastólica, la cifra inferior de la lectura.

Para finales del estudio, “hubo una tasa de respuesta del 88 por ciento, una reducción de 35 mmHg en la presión arterial y una reducción en la masa ventricular izquierda”, escribieron los investigadores, al explicar que la hipertensión arterial crónica agranda el ventrículo izquierdo del corazón.

“Los datos mostraron que la terapia redujo significativamente la presión arterial en pacientes de hipertensión resistente”, afirmaron.

Sin embargo, cardiólogos que no participaron en el estudio ofrecieron ciertas precauciones.

La Dra. Nieca Goldberg, directora del programa cardiaco de mujeres del Centro Médico Langone de la NYU en la ciudad de Nueva York, dijo que el tratamiento era “un método novedoso” para personas incapaces de tolerar o beneficiarse de los antihipertensivos.

Sin embargo, “esto es más invasivo que las formas tradicionales de tratar la hipertensión, y apenas hubo 265 participantes en el estudio”, señaló. “Se necesita más investigación para ver si hay diferencias de género en el tratamiento y si hay beneficio para toda una variedad de personas”.

Y aunque el dispositivo podría reducir eficazmente la presión arterial, la cirugía es arriesgada, apuntó el Dr. Barry J. Materson, profesor de medicina de la Facultad de medicina Miller de la Universidad de Miami.

“En un estudio publicado en 2010, hubo varios efectos adversos graves relacionados con la cirugía y el dispositivo y cables implantados”, apuntó, “pero el resumen actual no discute ningún efecto adverso”.

Además, el estudio tampoco aborda los costos asociados con el dispositivo, comentó Materson. “Esto debe sopesarse contra el costo a largo plazo de los medicamentos”, añadió.

Los expertos anotan que las investigaciones presentadas en reuniones se consideran como preliminares hasta su publicación en una revista reseñada por colegas.
Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare

FUENTES: Nieca Goldberg, M.D., director, women’s heart program, NYU Langone Medical Center, New York City; Barry J. Materson, M.D., professor, medicine, University of Miami Miller School of Medicine; American College of Cardiology, news release, April 5, 2011

 

 


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