Revista Diario

Un domingo caótico

Por Belen
Un domingo caótico
Me las prometía yo muy felices el viernes por la tarde, anunciando a los cuatro vientos mi plan del sábado, un masajito en pareja con mi chico, mientras mi niño se quedaba con los abuelos un par de horas. Habíamos previsto también escaparnos un poquito al campo con unos amigos y disfrutar de este veroño de altas temperaturas. Pero quien tiene niños sabe que de un plumazo se nos puede ir todo al garete, y así sucedió. 
Rayo se levantó el sábado malucho, dolor de barriga y de repente el tan temido dolor de cabeza. Las horas pasaban y él se iba encontrando cada vez peor. No había foco, no había fiebre, no había nada más que dolor. Era el mismo cuadro que tuvo en verano y solo 48 horas después supuso pasar por quirófano. Confieso que me asusté y mucho. 
Acabó el sábado y nuestras dudas comenzaron, ¿nos vamos al hospital?, ¿nos quedamos y esperamos? Es nuestra eterna duda. El domingo comenzó con febrícula y más dolor, pero seguía sin haber foco. Nos asustamos de verdad e incluso yo preparé una mochila con lo imprescindible para esas estancias hospitalarias que tan bien conozco. 
No quería precipitarme, pues el ir a urgencias supone un buen número de pruebas donde la radiación es la protagonista. Hay que descartar y/o confirmar y no hay otra manera. Eso además de pinchazos, varios médicos explorando, etc, etc. No quería hacer pasar al niño de nuevo por todo innecesariamente. Así que optamos por seguir esperando. A media tarde la febrícula se convirtió en fiebre y el dolor de barriga en diarrea. ¿Era un foco?, ¿podía ser un virus? Tenía toda la pinta. Al final del día la fiebre era un hecho y sus paseos al WC también. Su padre y yo comenzamos a respirar. 
Esta mañana nos hemos levantado igual, después de algún pico febril nocturno. Pero su estado general ha mejorado mucho, nada que ver con el fin de semana. Hoy estoy agotada, no por la falta de sueño, que yo combato con café y buenos bizcochos caseros. Estoy rendida por el miedo que en esta casa se siente cada vez que mi pobre niño sufre cualquier contratiempo de salud. Una simple fiebre, un simple virus con síntomas de lo más normales para cualquier crío a nosotros nos puede suponer un ingreso. 
Dicen que a todo se acostumbra uno, pero os aseguro que a esto no. Sabemos perfectamente qué hacer, aunque demos la impresión de dudar. Nos sabemos el protocolo de memoria. Y Rayo, como se nota que se ha hecho mayor, sabe qué síntomas pueden hacer que acabemos en el hospital. Pero dar el paso, tomar la decisión de ir a urgencias es durísimo.
Ayer fue un domingo caótico, aderezado además por el cambio de hora y una televisión que necesitaba un ajuste. ¡Un domingo para olvidar! El cambio de hora me ha dejado un niño madrugador que ya estaba en el WC (pobre) a las 6:45 de la mañana de hoy. Y el cambio de canales una televisión desorganizada y llena de mucha basura (nota mental: tengo que borrar y colocar los canales que nos gustan). 
Hoy es un día difícil, lleno de virus radiactivos, lavadoras por doquier, sueño y cansancio. Pero con todo y con eso, comenzamos la semana muy sonrientes. 

Volver a la Portada de Logo Paperblog