Páginas: 303
ISBN: 9788415120063
Precio: 19€
Un dulce par de senos
La novela tiene como punto de partida el 5 de febrero, día de Santa Ágata, fecha en la que abuela y nieta del mismo nombre se reúnen en la cocina para preparar unos dulces en honor a la santa. La receta en cuestión es la de las cassatelle, unos pasteles blancos en forma de seno cuya receta se transmite a través de las generaciones de esta familia siciliana. La abuela de Agatina no quiso revelársela a la madre de esta, de modo que la muchacha es la conocedora del secreto y de paso la narradora del libro.Pero en esta historia hay mucho más que cassatelle. Podríamos definiarla como una saga familiar situada en el siglo XX en la que a la largo de sus trescientas páginas desfilan personajes de lo más variopintos: la bisabuela de Agatina, la abuela Agata que le enseñó la receta, los abuelos maternos con los que vivió un tiempo, sus padres, conocidos de la familia y, por supuesto, ella misma. Se me hace difícil escribir una sinopsis en condiciones porque hilo argumental al uso no hay; la narradora habla de la historia de su familia de forma más o menos lineal, pero lo hace mediante retazos de unos y otros y digamos que no hay una trama central clara. Quedaos con esa idea: Sicilia, siglo XX, varias generaciones de una familia y dulces, muchos dulces.
Estilo
No esperéis encontrar en Torregrossa a la próxima Premio Nobel, pero en su prosa he encontrado algunos aspectos dignos de mención que no quiero pasar por alto en este comentario: el libro está narrado con encanto, se aprecia una mezcla de ternura y sensualidad en el tono narrativo. Si a esto le añadimos el sentido del humor y la fina ironía que desprende, se puede decir que tiene un estilo bastante personal. No sé hasta qué punto esto es común en los escritores sicilianos contemporáneos (la única que había leído hasta el momento es Simonetta Agnello Hornby, que es más seria), pero me parece un rasgo que vale la pena explotar porque hoy en día hay muchas, muchísimas novelas que pecan de tener un estilo correcto, serio y plano, como ocurre con el libro que estoy leyendo ahora mismo.En lo relativo a la traducción, está bastante cuidada, como casi siempre en esta editorial. Me ha parecido un acierto mantener algunas palabras, frases y títulos en italiano, por aquello de darle un toque evocador a la historia (además, al final hay una lista con el significado de cada término, principalmente son dulces, así que es imposible perderse). Por otro lado, el libro está dividido en capítulos cortos que facilitan la lectura. Tal y como comentaré más abajo, la historia no ha acabado de engancharme, pero si me he animado a terminarla es precisamente porque la extensión de cada apartado invita a seguir leyendo sin pensártelo demasiado.
Impresiones
Me gustan las sagas familiares. Mucho. Si además son historias en las que las mujeres tienen un peso considerable, podéis estar seguros de que la novela me llamará la atención sí o sí. Las sagas están a medio camino entre lo histórico y lo realista, suelen hacer referencia a diversas costumbres y muchas de ellas tienen un trasfondo entrañable que las convierte en novelas agradables de leer. Si a eso le añadimos mi fascinación particular por Italia (aunque, eso sí, más por la península que por las islas), queda claro que Un dulce par de senos tenía muchos ingredientes para conquistarme.La elección de las cassatelle como punto de enlace no es casualidad: el libro pretende hacer un homenaje a los senos femeninos, desde los que gozan del placer sexual a los enfermos y condenados. Giuseppina Torregrossa es ginecóloga y ha dedicado gran parte de su carrera a la prevención y tratamiento del cáncer de mama (enfermedad que ella misma padeció), de modo que sabe de lo que habla y tiene sentido que quisiera escribir una novela que mezclara las vidas de la gente de su alrededor con este tema. Me parece un enfoque bonito para recordar la belleza y la delicadeza de esta parte del cuerpo, y a mi juicio es un acierto tratar la enfermedad desde el optimismo, sin caer en dramatismos pero siempre con respeto y cariño. Sobre todo, tiene especial valía teniendo en cuenta la experiencia personal de la autora.
Ahora bien, por mucho que la portada y el título transmitan este mensaje, en la novela hay mucho más y podéis llevaros una decepción si esperáis que en todo momento se haga hincapié en este tema (algo así me pasó a mí, porque empieza fuerte con la enfermedad de la bisabuela y luego se dedican muchos capítulos a escenas cotidianas de otro tipo). Como he explicado en la sinopsis, se trata de una historia familiar en la que se desarrollan escenas que por sí mismas no tienen nada de extraordinario, aunque la forma narrativa las dote de cierto encanto y personalidad. Recuerdo por ejemplo el momento en que el abuelo de Agatina atiende a una mujer que está de parto aunque ella misma ni siquiera sabía que estaba embarazada, o los recuerdos de infancia en los que nadie se atrevía a hablar de tener un hijo y utilizaban el verbo comprar a modo de eufemismo. Tal y como veis, el sentido del humor se aprecia tanto en lo que se narra como en la forma de expresarlo todo.
La comida y, en concreto, los dulces, también tienen su lugar en esta novela. Para mi gusto no llega al nivel de Como agua para chocolate (por el tipo de novela y la época en la que está ambientada, me parece la comparación más cercana de entre los libros que conozco), pero como buena golosa siempre me hacen gracia este tipo de referencias. Creo que la autora podría haberles sacado más partido si se hubiera parado más a describir cada plato de una forma que al lector le entraran ganas de comérselo; de todos modos, tengo la impresión de que Torregrossa quiso añadirlos como elemento anecdótico y no como tema central, así que entiendo que focalizara sus esfuerzos en la temática del párrafo anterior.
Por otro lado, me ha parecido que cada capítulo es muy visual y el texto me recordaba a la voz en off de algunas películas de sobremesa. Me resultaba muy fácil poner cara y cuerpo a los personajes con los comentarios de la autora (cuando se trata de mujeres, siempre insiste en el tamaño del pecho) y me imaginaba cada escena como un guiño divertido a pesar de que también haya momentos difíciles. Esto es a la vez un defecto y una virtud: defecto porque en mi cabeza no había cohesión entre los capítulos, virtud porque me parece una muestra más del buen humor y la personalidad de la prosa.
Vayamos ahora con los aspectos negativos, porque los hay. A lo largo de la lectura he reflexionado bastante acerca de qué es exactamente lo que falla en él, y finalmente puedo decir que, en mi opinión, el problema reside en narrar escenas sueltas, ahora de la abuela y luego de otra familia, sin una continuidad que te enganche a la historia. Cada capítulo entretiene por sí solo y la brevedad de estos facilita la lectura, pero al terminarlos no siento esa necesidad de seguir leyendo que me ocurre con otros libros. Le faltan recursos para atrapar al lector a nivel general, pues por muy interesante que sea la vida de los personajes, no he llegado a sentir verdadero interés por saber cómo acabarían. No me he implicado en la trama, aunque reconozco que tiene puntos atractivos.
En conjunto, lo considero un libro soso. Sí, la narración tiene chispa. Sí, me gusta esa sensualidad que reina en el ambiente. Sí, las sagas familiares siempre tienen cosas interesantes. Pero si no me llega, no me llega, y ya he explicado los motivos por los que no ha acabado de convencerme. ¿Lo recomiendo? Ni sí ni no, con los libros que me dejan indiferente es difícil decir una cosa u otra. Sé que no lo voy a recordar como recuerdo Criadas y señoras o Un árbol crece en Brooklyn (dos novelas que me entusiasmaron y que no me canso de recomendar), pero a pesar de todo puede tener su público. No me parece un libro infumable, vaya, así que si os llama la atención tampoco perdéis nada por darle una oportunidad.
Conclusión
Giuseppina Torregrossa
Me encantaría darle una valoración mayor, me encantaría porque la historia que hay detrás del libro me parece admirable; no obstante, de lo que se trata aquí es de valorar las novelas por lo que me han transmitido, y después de esta opinión no puedo engañar a nadie: me esperaba más de Un dulce par de senos. Todo lo que cuenta está bien, tiene su interés y me encanta el tono alegre de la narración, pero no ha llegado a implicarme en la trama, en gran medida porque para mi gusto divaga demasiado con las vidas de personajes secundarios y eso distrae el interés del hilo principal. Aun así, no me parece un libro malo en absoluto y seguramente habrá personas que lo disfruten más que yo (vale, esto último es aplicable a todos los libros, pero digamos que algunos sí son malos objetivamente, por falta de coherencia o lo que sea, y no es el caso de este).Mi valoración: 5/10