Revista Cultura y Ocio

Un editor en el infierno: Luis Magrinyà

Publicado el 15 octubre 2014 por Elinfiernodebarbusse

Un editor en el infierno: Luis Magrinyà

Luis Magrinyà (en su primer selfie, según testimonio propio)


El señor Barbusse acoge este mes en su caverna infernal a Luis Magrinyà, director de colecciones de clásicos en Alba editorial. Desde 1995 esta firma viene diseminando títulos esenciales de la literatura de todos los tiempos -con especial querencia a los decimonónicos-, editados con criterio, rigor y una estética actual y atractiva. Lexicógrafo, escritor, traductor, Luis es el responsable de procurar grandes satisfacciones a los que buscan la mejor literatura servida por las mejores manos posibles. Cualquier buen lector sabría identificar un ejemplar de las dos colecciones emblemáticas del sello, Clásica Maior y Alba Clásica, con sus cubiertas elegantemente ilustradas y sus lomos color dorado mate. Guarda Barbusse imborrables momentos de placer ligados a la lectura de tantos y tantos «albas»: de Collins a Goncharov, de Austen a Flaubert, de Hardy a Dostoievski. No obstante, una especial devoción, no exenta del valor sentimental que se concede a lo irrepetible, profesa hacia dos títulos que nunca se cansará de recomendar: el David Copperfield de Dickens, y el Martin Eden de London. Ejemplares de ambos reposan en un lugar exclusivo de su biblioteca.
Nadie lee nada. Si lee, no comprende nada, y si comprende, lo olvida enseguida. No lo digo yo, son palabras de Stanislaw Lem. ¿Demasiado pesimista?
Yo hace tiempo que tomo notas cuando leo.
Imagínese que una inundación –por elegir una catástrofe– amenaza con hacer desaparecer su fondo editorial. ¿Qué libro (solo uno, por favor) salvaría?
No soy nada extremoso y me cuesta imaginar situaciones románticas. En todo caso, seguramente elegiría algún libro que no hubiera funcionado muy bien, que acaban siempre convirtiéndose en mis favoritos. Por ejemplo, La nueva Grub Street de George Gissing o las Escenas de la vida bohemia de Henry Murger… De hecho, son favoritos míos, sí o sí.
Yo le digo: la calidad en la literatura es subjetiva. Y usted me dice…
Pues que, dentro de lo que cabe, y teniendo en cuenta las circunstancias históricas, es objetiva.

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El Príncipe Florizel, idóneo para ir de copas

¿Con qué personaje de ficción le gustaría irse a tomar unas copas?
Con el príncipe Florizel de Bohemia (de Nuevas mil y una noches de R. L. Stevenson) o con Rastignac después de pronunciar su célebre frase final («Ahora, París, tú y yo nos veremos las caras») en El pobre Goriot.
¿Qué título publicado por otra editorial le hubiese hecho feliz tener en su catálogo?
Bueno, solo es cuestión de esperar… En el caso de los autores con derechos, hay que recordar que los derechos vencen, y entonces puede uno publicarlo cuando otra editorial no renueva el contrato. En el caso de los clásicos, es cierto que las colecciones de Alba partieron de la idea de publicar lo que los demás no publicaban, pero después de casi 300 títulos, eso nos preocupa cada vez menos. Creemos que en ese sentido hemos cumplido con creces y además hemos abierto un camino. Ahora es un momento estupendo en que uno puede publicar algunos de sus libros favoritos, estén o no publicados por los demás: por ejemplo, en enero sacamos una nueva traducción de El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde y más adelante una de Billy Budd, marinero, dos nouvelles que siempre me han encantado.
¿Soy un retrógrado, un romántico o un friki si le digo que mi experiencia con el libro electrónico me ha producido un efecto rebote y ahora compro más libros en papel que nunca?
No sé. Para mí el libro siempre ha sido texto. El libro electrónico no tiene por qué cambiar esa experiencia. Otra cosa es que uno no busque texto en los libros, o no le baste.
Decía Kafka que un libro debe ser el hacha para el mar helado de nuestro interior. ¿Algún libro-hacha que destaque en su vida?
También esa frase me parece muy romántica. No acabo de creer en los libros que te cambian la vida. Sí hay, en cambio, descubrimientos felices. Ya he contado en otra parte que fue muy importante para mí leer unos Relatos de amor de una promoción llamada Biblioteca Pepsi, donde, al final de mi adolescencia, descubrí a Stendhal, Merimée y Henry James, entre otros.
Un libro que detesta o al que le tiene especial manía es…
Por decir uno y porque ya lo he dicho varias veces, Los anillos de Saturno de W. G. Sebald, que siempre me ha parecido un timo.
En literatura, ¿está todo inventado?
Bueno, no creo que sea és la cuestión. Es desde luego interesante –y es uno de los principales propósitos de una colección de clásicos− que el pasado dialogue con el presente, porque de este diálogo surgen hallazgos inesperados, sorpresas a veces no del todo cómodas (ni para el pasado ni para el presente). Pero lo de que en literatura está todo inventado siempre me ha parecido una gran excusa para vagos.

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Dos favoritos de Magrinyà


Dígale algo a un adolescente que no lee para que se sienta interesado por la lectura; o lo que es lo mismo, ¿qué nos aporta el acto de leer?
Temas de conversación (en el sentido social, y más genuino). Placer. Ilustración. Atisbos de otras cosas. Ideas que se no te habían ocurrido antes. Volver de otro sitio a la realidad para encontrarla cambiada. Yo creo que los adolescentes valoran mucho estas cosas; no sé si las sacan de otro lado. Y, bueno, cuando decimos «leer», espero que nos estemos refiriendo a leer bien y leer buenos libros. Las campañas indiscriminadas de fomento de la lectura son fatales.
Si mañana los alienígenas invadieran la Tierra y estos quisieran hacerse una idea, leyendo un libro, de cómo son los humanos, ¿qué obra les aconsejaría para ilustrarlos?
No lo sé. Tal vez una novela que quisiera escribir yo, en la que cada palabra, cada hecho llevara una nota a pie de página explicando lo que es cada cosa a alguien que no conociera nada de nuestro mundo. Cada cosa, ¿eh? Desde «agua» hasta «pasión» o «arremolinarse».
Un clásico de la literatura que le sonroje no haber leído aún.
No me sonroja. Cada uno traza su propio camino como lector, o debería hacerlo. No he leído más que unas cuantas páginas de Proust, pero seguro que algún día lo leeré y me gustará. No he conseguido nunca avanzar mucho en Kafka. No he terminado el Ulises.
Dígame un libro que le haya hecho reír (con o sin carcajadas).
Bueno, La montaña mágica, como dice muy bien Mann en el prólogo, es muy divertido. Dickens y Thackeray son grandes genios cómicos. Los caballeros las prefieren rubias es un must del siglo XX.

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Un must del XX

Y otro que le haya hecho llorar (con o sin lágrimas).
La casa de la alegría de Edith Wharton es una de las novelas más atroces que he leído.
Un autor de cabecera y otro de cabezada.
Jajaja, la verdad es que para mí son lo mismo. Por la noche, cuando cojo un libro, la verdad es que lo hago para invitar al sueño… y ya puede ser el libro bueno o malo, porque en esos momentos ésa es su función. Pero, bueno, si me pregunta usted por mis autores favoritos, tengo muchos: por decir alguno, Stendhal entre los muertos, Janet Malcolm entre los vivos.
Un autor del momento que presume se seguirá leyendo dentro de cien años.
La posteridad no es tan buen juez como se dice… Prefiero no hacer pronósticos. Recuerdo hace unos años esa «recuperación» de El último encuentro de Sándor Márai. Empecé a leerlo con ilusión y tuve que dejarlo de tan tontorrón que me parecía.
¿Cuál es su lema como editor?
Alternar la originalidad con la sensatez e introducir temas de diálogo. Por otro lado, dado que, quiera o no, un editor está haciendo política cultural, es importante que sea consciente de que tiene una responsabilidad.
¿Qué opinión le merece la opinión de que los libros son caros?
Pues que los vicios siempre son caros.
¿Cuál de los títulos que usted ha editado es el más vendido?
¿Realmente tengo que contestar a esta pregunta? ¿Por qué tiene que ser interesante el libro más vendido?

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Simbiosis perfecta entre contenido y continente

¿Qué tiene Cincuenta sombras de Grey para vender 30 millones de ejemplares en todo el mundo?
No la he leído. Pero ahora no diré que «como no la he leído, no puedo opinar». A cierta edad, uno ve que el empirismo está sobrevalorado: no sé quién era que decía (¿Juan Ramón Jiménez?) que, si ves unas orejas de burro detrás de una tapia, está de más saltar la tapia para comprobar que efectivamente es un burro. Y, por otra parte, en ciertos casos, el hecho de no leer es claramente una opinión.
Defíname lo que es para usted un libro bien editado.
El que transmite el texto sin ruidos.
¿No debería pagarse el precio de un libro una vez leído, y no previamente sin que sepamos si nos va a gustar?
???
¿Hay muchos gatos -bien maquillados- y pocas liebres en los expositores de las librerías españolas?
Por supuesto. La categoría «best seller de calidad» es impresionante. También contemplo con tristeza la desprofesionalización del sector, que se da tanto en los grandes sellos como en los pequeños.
¿Editar en España es llorar o lloriquear?
Vivir en un país que no tiene la tradición de valorar la cultura es bastante triste.
Una ilusión aún no cumplida.
Acariciar a un león.

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