Revista Cultura y Ocio

Un ejercicio de composición que nadie quiere hacer

Publicado el 05 octubre 2022 por Juan Maria Solare @DonSolare

Tiempo ha les daba a mis estudiantes de composición determinado ejercicio. La tarea encontró demasiada oposición, nadie quería hacerlo, así que ya casi no lo propongo. Antes de que desaparezca de la memoria cósmica, o de la mía, voy a describirlo aquí, para solaz y reflexión de las generaciones venideras, si es que tales generaciones conservan el interés por escribir música.

El ejercicio puede formularse así:

Describa sólo con palabras (sin ayudas visuales: ni dibujos ni gestos) el trayecto desde aquí hasta su casa, de manera tal que alguien que no conozca la ciudad pueda llegar a destino sin sobresaltos.

La resistencia fundamental contra este ejercicio de composición es que los estudiantes no le ven sentido musical. Y no lo tiene. La intención es muy otra. No, no me interesa saber cómo llegar hasta las casas de los alumnos; ni tampoco a las de las alumnas. Lo que me interesa es potenciar su precisión al describir un procedimiento secuencial.

Un viaje cualquiera es un procedimiento con pasos sucesivos, un plan multiescalonado; y una partitura de música también lo es. Una partitura es una secuencia de instrucciones compleja, la descripción de un trayecto es una secuencia de instrucciones simple, pero no todos se han entrenado para formularla con absoluta claridad. Dicho más crudamente: si alguien no puede describir correctamente el viaje a su casa, posiblemente sus partituras dejen también muchas preguntas abiertas.

Mi intención al proponer este ejercicio es que la persona preste atención a detalles que le resultan obvios (porque vive allí, o porque sabe cómo tiene que sonar lo que escribe) pero que no lo son para los seres que habitan en el exterior de su mente. Se revela entonces el núcleo de la cuestión: la función de una partitura es comunicar las intenciones compositivas en ausencia de un compositor (de la misma manera que una descripción del trayecto a cualquier lugar está destinada a cumplirse en ausencia del comunicador).

Es decir, no hay nadie a quien hacerle preguntas. Las respuestas a todas las incógnitas posibles, las soluciones a todas las ambigüedades, tienen que estar en esa descripción y en esa partitura. El compositor tiene que adelantarse a las posibles malinterpretaciones de lo que ha escrito. A fin de cuentas, un músico no toca lo que desea un compositor ausente, sino lo que la partitura le indica.

Creo que todos hemos sufrido descripciones de trayectos del tipo ‘al salir del subte/metro, cruce la calle‘ ¿Cuál calle, si aquí hay dos? Y muchos instrumentistas hemos visto cosas similares en las partituras. Y por cierto: no, la falta de precisión no es rasgo de genialidad, es síntoma de torpeza.

Podrá objetárseme ‘viejito, para conocer el trayecto desde A hasta B existe google maps, ¿viste?‘. Pensar esto implica no haber comprendido la consigna. Repito: no me interesa que mis estudiantes se visiten mutuamente, me interesa que se entrenen para describir con precisión algo que conocen pero que los interlocutores ignoran – concretamente una nueva partitura.

Te desafío, imaginativo lector y creativa lectora, a escribir la descripción de un trayecto urbano o rural que conozcas bien, que se la des a algún amigo o enemigo y que pruebes en la práctica si funciona. Estoy seguro de que, al terminar el experimento, tu capacidad de observación y la claridad de tu expresión se habrán incrementado horrores.

[ Juan María Solare, Bremen, 4 de octubre de 2022 ]


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