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El pasado 4 de junio Enrique de Sendagorta, presidente de Honor y fundador de la empresa de ingeniería SENER, recibió de manos del Rey Juan Carlos I el Premio Reino de España a la Trayectoria Empresarial que conceden el Círculo de Empresarios, el Círculo de Economía y el Círculo de Empresarios Vascos.
Vaya trayectoria, la de Enrique Sendagorta! Siendo un joven ingeniero naval, en 1956 fundó Sener como empresa de ingeniería naval. Más tarde y con la incorporación de su hermano José Manuel la empresa se ha ido desarrollando en varias otras aéreas, la industrial, las plantas de procesos, obras marítimas, el sector petroquímico y la ingeniería civil. En 1989 se fundó ITP, la empresa de SENER de turbopropulsores para la aviación, presente en varios países del mundo. Enrique Sendagorta ha sido además consejero delegado del Banco de Vizcaya.
Se “jubiló” en SENER a la edad de 76 años cediendo la presidencia a su hijo Jorge. Pero a sus 90 sigue activo como presidente del Patronato de la Fundación SENER, fundada en 2002 y que entre otras cosas otorga becas de formación para jóvenes ingenieros además de otros apoyos a actividades sociales.
Yo conocí a Enrique Sendagorta en Petronor, empresa de la que fue el primer presidente y cuya presidencia duró 8 años.
En el libro “Muñatones – Punta Lucero” de Rafael Ossa Echaburu y editado por Artes y Gráficas, en 1975, está escrito: ‘El 30 de noviembre de 1968. En el salón de actos de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Bilbao y ante el notario de la villa, Jesús Oficialdegui Ariz, se procede a la constitución de Refinería de Petróleos del Norte, S.A., cuyo primer acuerdo societario es el nombramiento inmediato de Enrique Sendagorta como presidente de su consejo de administración… Sendagorta dirá entonces: “Pondré todo el empeño, voluntad y entusiasmo para que Petronor sea una gran Empresa”. A casi siete años vista del suceso fundacional, la marcha de las cosas parece otorgar validez a estas palabras.’ El 30 de junio de 1972 el petrolero William Larimer Mellon descargó, por primera vez en la historia del Puerto de Bilbao, petróleo crudo en un muelle de Santurce para el arranque de la refinería a principios del verano de ese mismo año. Siete años después, en 1979, se puso en marcha la ampliación de la refinería a 11 millones de toneladas/año, que la convirtió en la mayor refinería de combustibles de España y una de las mayores de Europa.
Pero eso no fue todo. También bajo la presidencia de Sendagorta se construyó el dique de Punta Lucero, que convirtió al puerto de Bilbao en uno de los pocos de Europa que podían admitir a los superpetroleros de hasta 400.000 TM, que en la década de los setenta se construyeron debido al cierre del canal de Suez (antes de la entrada en servicio del nuevo puerto, los superpetroleros que venían del Golfo Pérsico, tenían que dar la vuelta por La Punta del Cabo de Sudáfrica y tenían que transferir su cargamento en el puerto de Bantry Bay, en el suroeste de Irlanda, a buques más pequeños para llevar el crudo a Bizkaia) . Por eso los bilbaínos, fieles a las bilbainadas, lo llamaron y lo siguen llamando el “superpuerto”. Petronor también se convirtió en la mayor empresa naviera de España. Era el “orgullo de Bilbao” (hoy hay un ferry con este nombre “Pride of Bilbao”), y del ingeniero naval Sendagorta. Después del “pequeño” petrolero Muñatones de 98000 TM, se construyeron dos superpetroleros de más de 300.000 TM con los nombres de otros dos castillos de Bizkaya, el “Arteaga” y el “Butrón”, y finalmente el “Santa María”. El 29 de junio de 1975, cuando el Arteaga atracó por primera vez en el nuevo puerto, hubo una recepción a bordo a la que pudo asistir como Jefe del Departamento de Servicios Técnicos, al que Sendagorta llamó “los cerebros” de Petronor. Sin duda con el afán de dar ánimos, aunque exagerado, porque a diferencia del cuerpo humano, en una empresa eficiente también los brazos y las piernas son cerebros. Fue la primera vez que yo subí a un superpetrolero, un buque monumental e impresionante. Tiene una longitud como tres campos de futbol del Athletic de Bilbao y en él cabe todo el ayuntamiento bilbaíno. Impresionante.
Una fecha anterior, el 15 de octubre de 1973, también memorable, fue la visita del Príncipe Heredero del Japón, Aki Hito (ahora emperador) acompañado por el Príncipe heredero de España, Juan Carlos (que ahora abdica como Rey Juan Carlos I a favor de su hijo), a las instalaciones de Petronor, actuando como anfitrión, Enrique Sendagorta. (En la foto aparecen los tres saludando al “staff” de la refinería en el momento en que Aki Hito da la mano al entonces director de la planta, el americano Cecalek, de la Gulf Oil Corporation, que está al lado mío)
Otra faceta de Enrique Sendagorta: Nada más llegar a Madrid en octubre de 1971 para incorporarme en Petronor, cuyas oficinas principales estaban entonces en Diego de León, me recibió Sendagorta en su despacho para darme la bienvenida. Era un gesto que aprecié mucho y que me daba ánimos en mi nueva aventura profesional, después de haber dejado mi país y mi trabajo de investigador en el centro de investigación de la Petrofina en Bruselas.
Al recibir ahora una muy merecida distinción, Enrique Sendagorta expresó así las ideas que han determinado toda su trayectoria empresarial: “El primer imperativo es añadir valor y crear riqueza, y, pareado con él, mejorar y elevar a las personas de la empresa y contribuir al bien social. El fin complementario es procurar la permanencia de la misma empresa en el largo plazo, esto es ‘construir para durar’, y condición obligada es la adecuación de los conocimientos intelectuales de sus hombres a la acción empresarial, o sea, saber”. Era “crear riqueza” en el buen sentido, que algunos confunden con “enriquecerse”.
Enhorabuena, Don Enrique, que es como le llamaban en aquellos tiempos los compañeros de la oficina de Petronor en Madrid.