El timo de la estampita, o un negocio redondo, según se mire.
Los llamados "Hospitales Públicos de Gestión Privada" se están poniendo muy de moda en este país, hasta el punto de que en algunas comunidades gobernadas por el partido de las gaviotas, se anuncia que no se construirán más hospitales públicos. Estos engendros son una maldición para los sufridos usuarios y un chollo económico para los gestores a los que, o bien por méritos, o bien por el consabido método de comisiones y regalos a mansalva, se quedan con estas concesiones.
Desde el punto de vista de la empresa que se hace cargo, es un negocio perfecto. Una empresa que se monta con todos los beneplácitos del estado, que cobra del estado, y a la que el estado le garantiza los clientes. Riesgo cero, la clientela está asegurada y nadie va a pedir explicaciones de lo que allí pase; a los responsables políticos no les conviene.
Pero para el paciente, las cosas cambian. En estas carnicerías lo que prima es el beneficio, no la atención correcta al paciente. Hay buenos profesionales, algunos magníficos, pero otros son contratados sin ningún miramiento de su capacitación profesional, incluso algunos bordean peligrosamente la ilegalidad. No se cubren todas las especialidades que se ofertan, o al menos no de forma adecuada, no disponiéndose de determinados especialistas, o estando disponibles sólo a determinadas horas, etc. El personal es el justo para atender a las necesidades sanitarias. Y así podríamos seguir desgranando las prácticas sinvergüenzas de estos lugares y sus gestores.Cuando algún paciente solicita ser atendido en otro centro, por ejemplo, por los médicos que le venían atendiendo, se les niega categóricamente esa posibilidad, o se le ponen tantas trabas, que acaban desistiendo. Que los pacientes están mal atendidos, mal tratados o tienen problemas? Da igual, el dinero manda.
No me invento nada, puedo poner ejemplos:
- Una señora gestante es reasignada a uno de estos centros. Pide cita para la ecografía de la 12 semana...y le dan cita para dentro de dos meses. "Oiga, la ecografía de la semana 12 no puede hacerse en la semana 20", "Es lo que hay".
- Un paciente es remitido de un hospital de gestión privada a su centro público de referencia para ser sometido a una amputación de pierna, ya que en el centro de origen no se dispone de la diálisis que el paciente necesita. Gracias a eso, el paciente que iba a ser amputado hace 5 meses, camina con sus dos piernas, y sólo ha necesitado la amputación de un dedo.
- Una mujer que ha dado a luz es enviada de alta a su casa con fiebre. A los pocos días reingresa y muere por una sepsis en el centro público de referencia, al que es remitida demasiado tarde.
- En este mismo hospital, en un período breve de tiempo, los casos de infecciones puerperales se suceden. Los especialistas en ginecología que visitan a las pacientes cambian a diario, ya que no hay personal fijo, se desplazan de otro centro, cada día quien sea.
- Un paciente acude a un centro de gestión privada por una lesión en un pie. El profesional que le atiende avisa a los gestores que debe ser visto por un especialista. "Soluciónalo tú, que si llamamos al especialista hay que pagarle". El paciente acabó perdiendo la pierna en un centro público de referencia.
Y así casos y casos. No doy nombres, aunque podría darlos con pelos y señales.
Se puede esgrimir que en los centros privados también pasan estas cosas, pero la diferencia es que a un centro privado se elige ir, a estos centros de gestión privada no se elige, los pacientes son obligados a ir.
Señores pacientes, niéguense a ser atendidos en estos centros de tortura. Exijan ser atendidos en centros públicos. Cuando les atienda alguien, pidan su nombre y especialidad. Los colegios de médicos están obligados a informar sobre el título que tiene el médico que les atiende, y esa información está incluso disponible en internet. Recuerden su derecho a la libre elección de especialista.
Ya está bien de engañar a los pacientes, señores políticos.