Revista Comunicación

Un espejo para Carlos Arizaga, gerente de Tussam

Publicado el 19 mayo 2010 por Jackdaniels

Me cuentan que Carlos Arizaga, abrumado por la responsabilidad de dirigir una empresa como Tussam –en quiebra técnica y con una ruina absoluta– se dedica a pastorear los pasillos de las planta nobles de la sede en busca de alguno de los suyos que le aporte una idea, aunque sea sólo una, para afrontar la difícil situación que atraviesa la empresa dados los tiempos que corren.

Se ve que su ingente imaginación de estadista de otra galaxia ha tocado fondo y ahora es necesaria la implicación de todos, incluso de aquellos a los que ha denostado sistemáticamente, para buscar una solución comunitaria que permita sacar la cabeza a flote al cadáver amortajado en el que se ha convertido de la noche a la mañana la empresa municipal de transportes de Sevilla.

Pero por lo que se ve, el personal no debe estar mucho por la labor, quemado como está tras años de aquí se hace lo que yo diga y punto, y se muestra algo reacio, cuando no completamente esquivo, a echarle una mano al individuo causante de la mayoría de sus desvelos. Así de desagradecida suele ser la gente con la mano que le da de comer.

Tanta y tan continuada indiferencia no debe ser buena incluso para un ser superior como Arizaga y puede que ésa sea la causa de su gesto permanentemente contrito y sus nervios a flor de piel.

Como yo me considero buena persona y no me gusta ver sufrir a nadie por muchas preocupaciones que me haya causado, me voy a permitir regalarle un espejo a don Carlos en el que podrá mirarse y así calmar su desasosiego. Y recalco lo de ego, por la importancia que la valía personal tiene en un mundo tan vulgar.

Y ese espejo no es otro que Lipasam, la empresa hermana, que ha conseguido ahorrar mediante la reducción de su cúpula directiva la nada despreciable cantidad de 645.123 euros al año. Teniendo en cuenta que sólo la soldada de Arizaga supera a la del Presidente del Gobierno, tampoco creo que sea necesario un algoritmo muy complicado para alcanzar logros similares. Probablemente no sea cuestión de voluntad, que ya se sabe que le sobra a espuertas, sino más bien de atrevimiento u osadía.

Además, allí están poniendo en práctica medidas consensuadas entre la dirección y la representación de los trabajadores que están consiguiendo que el Plan Económico y Financiero de la empresa se cumpla a rajatabla, con el consiguiente beneficio para todos, incluida la ciudad, y sin merma alguna en la calidad del servicio.

Ya sé que pedir a Arizaga que consensúe algo es como intentar que de las nubes lluevan monedas de oro de a kilo. Pero, tal y como está el patio, por pedir que no quede.



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