Un Estado laico es necesario
La Constitución española no dice que España es un Estado laico.Dice que “ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”. Además, asegura que “Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades”.
La Constitución española es hija de un tiempo de equilibrios, en que la iglesia católica tenía mucho peso, aún, a nivel político y social. Lo triste es que 34 años después no se haya avanzado ni un solo paso en la consideración laica del Estado, que el laicismo (o la laicidad, como queráis, que ambos significan lo mismo y ningún término debe tener connotaciones negativas interesadas) no haya sido recogido por la Constitución y, peor aún, que la práctica de la política se ubique tan lejos de ese “ninguna confesión tendrá carácter estatal”.
Solamente en la escuela privada
La iglesia católica sigue presionando al Gobierno, imbuida de una universalidad que ni tiene ni recuperará, dispuesta a convertir en ley sus principios morales. Es una entidad privada y puede tener los principios morales que quiera, pero lo que no es admisible es que esos principios, mayoritarios o minoritarios, sean impuestos al resto de ciudadanos, atropellando su libertad religiosa –que sí es establecida por la Constitución-.Es necesario que España sea de una vez un Estado laico, porque el laicismo no es un marco para la anti religión, o el anti catolicismo, no es el gobierno impositivo de los ateos, ni la supresión por decreto de la necesidad de trascendencia de las personas… el Estado laico es la garantía del respeto a todas las creencias, a todas las confesiones religiosas, es el marco que garantiza que todas podrán ser practicadas en libertad, igual que será libre de no creer quien no crea. Eso sí, siempre en el ámbito privado, que es donde tiene sentido el ejercicio de la libertad de creencias y no en el ámbito público, que es el ámbito de la convivencia, del consenso y del respeto por las libertades de cada cual.
Un Estado laico garantiza que nadie impondrá una creencia por encima de las otras, ni una confesión religiosa ni el ateísmo o cualquier otra. Es un marco de convivencia neutral sin posiciones excluyentes.
El laicismo o la laicidad no es un adjetivo propio de las personas, sino de las instituciones. Las personas pueden ser muy creyentes y practicantes de cualquier fe religiosa, o de ninguna… son libres para elegir. Lo que debe ser laico es el Estado, las instituciones que nos son comunes, para que los creyentes no impongan su fe a nadie ni los ateos puedan prohibir la práctica de las distintas confesiones.
Buda, otro gran maestro de la humanidad
Por todo ello no tiene sentido que la religión católica sea una asignatura en las escuelas públicas y concertadas. Reconozco el derecho de los padres católicos a que sus hijos aprendan su religión, pero esto debe hacerse en las parroquias y en las escuelas privadas y no en las escuelas que pagamos entre todos, que son de todos y que deben respetar las creencias a de todos. En las escuelas se debe enseñar a los alumnos la importancia del hecho religioso para la humanidad, el fenómeno religioso a través de la Historia y las culturas, y cómo cada una de ellas ha intentado responder a las preguntas trascendentes. Pero la doctrina de una confesión religiosa concreta no debe enseñarse en la escuela de todos.España sigue sometida a unas costumbres que atentan contra la libertad y la igualdad, a unas esclavitudes con la iglesia católica que no acaban de romperse gobierne quien gobierne, y ahora, además, con un Gobierno dispuesto a convertir en ley sus propios principios religiosos y morales. Un desastre para la libertad de pensamiento y de creencias, para la igualdad de los ciudadanos y para la democracia.
Esther Mascaró