Revista Cine
EL LIBRO DE ELI (2010)
Nos encontramos ante un film atípico, un western de ciencia-ficción en el que los EE.UU. han sido asolados por una gran catástrofe (algo ya visto en otras películas, como la infravalorada "Mensajero del futuro" o la estupenda "Mad Max"), pero con un toque diferente a estas películas de temática similar. Los hermanos Hughes ("Desde el infierno") consiguen dar con el tono adecuado para el film, dirigiendo la película con mano firme y otorgando gran unidad al conjunto.
En primer lugar la película cuenta con un reparto de excepción: Denzel Washington ("Training Day", "American Gangster", "Marea roja") como el enigmático Eli; Gary Oldman (la nueva trilogía de "Batman", la saga de "Harry Potter", "El topo") como el malvado Carnegie y Mila Kunis ("Cisne negro") como Solara, hija adoptiva de Carnegie, la cual queda fascinada por la figura de Eli. Todos ellos acompañados de unos secundarios de lujo como Ray Stevenson (de la serie de la HBO "Roma") o Michael Gambon (Dumbledore en "Harry Potter" tras el fallecimiento del gran Richard Harris). Si bien es cierto que ninguno de los mencionados realizan en esta película la interpretación de su carrera, todos ellos resultan correctos y creíbles en sus respetivos papeles.
Además, el tema tratado en la película es muy interesante. Sin desvelar nada del argumento (odio los spoilers, por lo que no voy a hacerlos en mis críticas), podemos afirmar que da una vuelta de tuerca a lo ya visto, aunque hay que reconocer que los directores se quedan en la superficie y no profundizan todo lo que podrían haber profundizado en un tema tan jugoso como el que tienen entre manos. Sin embargo, el punto de partida es muy interesante. La lucha por un objeto que tiene mucho más poder del que parece a simple vista, por el que muchos estarían dispuestos a matar y que se puede usar tanto para hacer del mundo un lugar mejor como para manipular y controlar a la gente (y que se ha usado con anterioridad para ambos fines).
Por otro lado, uno de los aciertos de la película (y también he de reconocer que el motivo por el que no fui a verla al cine) es su estilo visual. Una imagen algo quemada y casi completamente desaturada, que si bien puede echarnos para atrás a la hora comenzar a ver la película (personalmente es un estilo que nunca me ha gustado), cuando te metes de lleno en la película y, sobre todo, tras conocer el final de la misma, entiendes que no podría haber sido de otro modo. El estilo visual, sorprendentemente, nos introduce poco a poco de manera magistral en la atmósfera del film, creándonos un sentimiento de malestar permanente totalmente acorde con el mundo en que viven los protagonistas. La escasez de diálogos en el film (cosa curiosa teniendo en cuenta el tema tratado), también ayuda enormemente a esta tarea de introducirnos en la atmósfera de la película.
Por último, hay que hacer mención a las espectaculares secuencias de acción, que si bien es cierto que son relativamente escasas, están rodadas con pulso firme y de manera magistral, usando muchas veces planos fijos y planos-secuencia que nos permiten vislumbrar con gran claridad lo que acontece en la escena, algo a lo que nos tiene poco acostumbrado el cine de acción de los últimos años. Hay dos secuencias especialmente destacables. Una de ellas es una pelea entre el protagonista, Eli, y una banda de asaltantes que intenta robarle sus pertenencias. Con un espectacular plano fijo durante toda la pelea, en el cual vemos a contraluz las figuras de los personajes recortadas contra el cielo de este mundo apocalíptico, asistimos a una carnicería en que el protagonista usa su machete para acabar con los asaltantes que le atacan. Otra de las secuencias de acción reseñables es cuando Carnegie ataca una casa con un grupo de sus seguidores. En un magistral plano secuencia (que mejora los realizados por Michael Bay en, por ejemplo, Dos policías rebeldes II), con una cámara espectacularmente estable que no te saca de la acción pese a estar en medio de un intenso tiroteo, seguimos a los protagonistas de uno y otro bando (y los diálogos que mantienen entre ellos), atravesando paredes y cristales mientras éstos estallan. Además, los movimientos de cámara están muy medidos para aportar algo a la acción y a la narración de la escena, no por el mero hecho de "como podemos, hagámoslo, aunque no tenga ningún sentido narrativamente hablando" (algo a lo que también nos tiene muy acostumbrados, por desgracia, el cine de acción actual).
Por tanto, estamos ante una película muy interesante, tanto visualmente como temáticamente, que aunque no profundiza todo lo que podría en el tema que trata, lanza algunas ideas muy interesantes para la reflexión y el debate. Si os la perdisteis en cine en su momento, dadle una oportunidad.