Cuando Patrick Murphy tenía 6 años, se obsesionó con las aspiradoras. El chico, que tiene autismo, se las ingenia para salir de su casa cerca de Buffalo, sin decírselo a sus padres corriendo a una tienda de electrodomésticos cercana o a casas de extraños para maravillarse con las aspiradoras.
Patrick ahora tiene 14 años, y sus padres tienen cerrojos dobles en puertas y soportes en las ventanas de su casa. Sin embargo, Patrick – quien se centra ahora en los perros – se las arregla para escabullirse. Hace dos semanas, se escapó de casa después de que su madre se fuese a la cama. Cuando su padre llegó a casa, alertó a la policía. Encontraron a Patrick a las 2 am corriendo descalzo y en pijama a tres kilómetros de su casa.
“Fue aterrador”, dijo el padre de Patrick, Brian Murphy, quien ha añadido un sistema de alarma a la casa para mantener seguro a su hijo con autismo. “Sin duda es la parte más estresante de ser padre de un niño con autismo”.
Este comportamiento, llamado errante o fuga, ha dado lugar a numerosas muertes en niños autistas a causa de accidentes de tráfico o ahogamientos.
Un nuevo estudio de más de 1,200 familias con niños autistas sugiere que la fuga es alarmantemente común. Casi la mitad de los padres con un niño de 4 años o más autista, afirmaron que sus hijos habían tratado de dejar un lugar seguro al menos una vez, según el estudio. Uno de cada cuatro dijeron que sus hijos habían desaparecido el tiempo suficiente como para causar preocupación. Muchos padres corroboraron que sus hijos con autismo se habían librado por poco de accidentes de tráfico o que habían estado en peligro de ahogarse.
Según la investigación, los que están en mayor riesgo del wandering son los niños autistas con graves deficiencias intelectuales y los que no responden a sus nombres. La investigación fue publicada el lunes en la revista Pediatrics.