Culo veo, culo quiero. Yo soy así y dudo mucho que a estas alturas vaya a cambiar. Por eso, después de ver muchos comentarios y reseñas positivas de este libro, se lo pedí a Círculo Rojo, que muy amablemente me lo envió, por lo que les doy las gracias. Lo he disfrutado muchísimo. Hacia tiempo que no me reía tanto.
Empecé a leer esta novela el jueves por la tarde en Madrid y lo terminé el sábado al mediodía en Pamplona. Como veis, me ha durado un suspiro. Es cierto que son poquitas páginas, 253, pero además la historia atrapa de principio a fin. Los capítulos cortos, el ritmo y las situaciones cada vez más sorprendentes y disparatadas hacen que no podamos dejar de leer. O al menos eso es lo que me ha pasado a mí.Me ha encantado la protagonista, Olivia Talier, una joven de 25 años que acaba de terminar la carrera de Derecho y, obligada por sus padres, se dispone a prepara oposiciones de Notaría. Sin embargo, en el último momento decide vivir su propia vida, hacer realidad sus sueños o, por lo menos, intentarlo, ser independiente y tener libertad, aunque eso le suponga pelearse con sus padres y marcharse de casa, renunciando a los lujos, las comodidades y, lo más importante, el dinero de su acomodada familia. Porque Olivia, aunque no le guste reconocerlo, es una niña pija a la que le encanta gastarse el dinero en ropa, complementos y cosméticos mientras se pasea por Madrid montada en su Beatle. Sin embargo, lo que no le gusta un pelo es su novio de toda la vida, no perdón, desde hace cinco años, Gonzalo, Gonza para los amigos. Unos amigos a los que Olivia tampoco soporta, especialmente Amparo, una mala pécora que continuamente se lanza a la yugular de Gonzalo. Por eso Olivia prefiere sacrificar la paga que le da su padre, las comidas que prepara la cocinera, los servicios de los criados y, en definitiva, su vida fácil y sin preocupaciones por una vida lejos de su familia. Sin embargo, las cosas no van a ser tan fáciles como ella creía, especialmente cuando se marcha a vivir con su novio a un minúsculo apartamento en el que ni siquiera caben todos los vestidos, zapatos, bolsos, maletas y potinges de Olivia. Así que, ni corta ni perezosa, porque Olivia tiene las ideas muy claras, no se anda con rodeos y coge el toro por los cuernos, se marcha a vivir sola a un apartamento. Pero, para su sorpresa, no está sola, ya que el piso está habitado por un fantasma muy peculiar que da de todo menos miedo. Gilda, que así es como Olivia bautiza al fantasma, es revoltoso, travieso, juguetón pero, sobre todo, simpático, divertido y femenino, muy femenino. Tanto que, poco a poco, Gilda se convertirá en la mejor amiga de Olivia y con ella compartirá su nueva vida como estudiante de una escuela de cine y sus idas y venidas con Gonzalo y con sus compañeros de clase quienes, a pesar de lo raritos y alternativos que le parecen en un primer momento, se convertirán en sus nuevos amigos. Pero tantas confianzas se toma Gilda que al final termina pidiéndole un favor a Olivia. Aunque más que un favor sería mejor decir una misión difícil, arriesgada y casi imposible. Pero Olivia es muy cabezona y cuando se le mete algo entre ceja y ceja no para hasta conseguirlo. Por eso no durará en enfrentarse a su familia, a Gonzalo, a Amparo y hasta a la familia de Gilda para lograr su objetivo.
Pero, por suerte, no estará sola, ya que contará con la ayuda de Marina Valdemorillos y de Luis, el nieto de Gilda, con quien peleará hasta el final para cumplir la misión que les ha encomendado este fantasma tan especial no sólo por todo Madrid, sino también en Mónaco.Y hasta aquí puedo contar, que no quiero destriparos nada más. Sólo deciros que los obstáculos a los que se enfrentan Olivia y Luis son muchos y variados y, sobre todo, provocan situaciones muy divertidas con las que al menos yo no he podido evitar reírme a carcajada limpia. Sin embargo, aunque esta novela sí que es ligera e incluso frívola, me ha gustado especialmente la forma tan desenfadada que tiene de abordar temas más serios como las diferencias entre las clases sociales, las relaciones familiares, los prejuicios, las discriminaciones, la importancia de las apariencias, el miedo al rechazo o lo importante que es saber quiénes somos cada uno, quiénes queremos ser y tener la libertad y el apoyo para poder mostrarnos tal y como somos, sin sentirnos atacados o excluidos. Sólo puedo ponerle una pega a esta novela y es, como casi siempre, las faltas de ortografía. Sé que soy muy puntillosa con este tema, pero es que no soporto que una falta, un error, una errata o una frase mal construida me saque a empujones de la historia que estoy leyendo. No puedo evitarlo. Y en este caso el problema son los acentos, ya que no han dado prácticamente ni una, eliminándolos cuando deberían ponerlos y poniéndonos cuando no tocaba. Además, hay expresiones como la patriarca en lugar de la matriarca y un mal uso de la palabra ídem, que además se repite varias veces a lo largo de las páginas. Aun así, recomiendo a todo el mundo que quiera reírse, desconectar, relajarse y divertirse que lea esta novela con la que seguro que se lo pasará en grande compartiendo situaciones tan hilarantes y disparatadas en las que ya ni siquiera sorprende ni asusta encontrarse un féretro en el tocador de señoras.