Si hay algo que puedo aconsejarte es que no cometas la misma locura que nosotros y te vayas sólo un fin de semana a Berga Resort. Un lugar así no merece menos que entre 4 días y una semana si además quieres explorar los alrededores. En cualquier caso mi vida de autónoma y siendo la mujer de un entrenador personal, no nos ha permitido más que eso y lo hemos disfrutrado como niños.
De hecho llegamos el viernes cerca de la medianoche, eso sí, fue un fin de semana muy deseado tras una semana muy dura de trabajo para ambos y allí encontramos nuestra ansiada recompensa.
Nos alojamos en el bungalow superior, recién construidos, con 2 habitaciones (no pedimos cuna porque cuando viajamos acabamos colechando) pero sí había una trona preparada. Eso ya me dio muy buen rollo porque no es algo común. La cocina nueva impecable, con microondas, cafetera, vitrocerámica, tostadora y nevera.
Y con vistas a la ciudad de Berga y a las montañas, que dan una paz... Y para paz la que allí se respira. No hay ruidos, no hay circulación y todo está perfectamente acondicionado para los niños. Recinto cerrado y vigilado las 24horas del día. Al día siguiente, Ares nos despertó a las 7.30h y eso nos permitió aprovechar muchísimo todo el día. Después de desayunar, el papá no se perdió su sesión de entreno en el gimnasio, con unas instalaciones espectaculares y donde actualmente entrenan deportistas de élite de la talla de Marc Coma o Núria Picas, a la que por cierto nos encontramos. Albert quedó muy impresionado de la calidad y variedad de las máquinas y pudo incluso hacer algunos vídeos que va publicando en sus redes sociales. Además también hacen clases dirigidas a las que puedes presentarte libremente sin cargo extra. Nosotros le esperamos en el parque infantil, pero como Ares es menor de 3 años, tuve que estar con él (antes de que digáis nada, los calcetines molones de la imagen fueron fruto de la falta de previsión). Estuvimos cerca de una hora y yo casi desfallezco. Realmente ese lugar no está hecho para el tamaño de adultos y mucho menos para embarazadas, con lo que teníais que haberme visto por un agujero cómo me las tuve que ingeniar para subir hasta arriba. Vale mucho la pena ese parque, sobre todo para niños pequeñitos. Y cuando vino su padre, que es de lo más infantil que puedas encontrarte, lo mío me costó sacarlos de ahí.
Y menos mal que los talleres eran también a partir de 3 años, sino seguro que directamente no salgo de allí en todo el fin de semana. Desafortunadamente no pude visitar la zona de aguas y el spa ya que no está recomendado para mujeres en período de gestación, pero desde luego se veía un lugar maravilloso. A cambio, entramos en la piscina climatizada, donde coincidimos en un momento que no había nadie y disfrutamos como enanos. Ares no quiso salir en la foto, e incluso le costó un poco meterse en el agua, pero al menos os podéis hacer una idea de las dimensiones del lugar.
Lo cierto que fue un no parar. Comimos en el restaurante un menú de fin de semana de 22€ (con bebida, postre y café incluido) muy completo y riquísimo y cuando Ares hizo la siesta, yo aproveché "mi momento" para tumbarme y disfrutar de esa tranquilidad que ofrecen los mediodías al sol...
Por la tarde, nos deleitaron con un espectáculo al aire libre infantil que estuvo genial y consiguió que Ares estuviera tranquilito durante un buen rato.
Casualmente coincidimos con unos viejos amigos que tenían allí un módulo comprado y ¡ni siquiera lo sabíamos! El Berga Resort, además de abierto al turisteo, también es un camping donde puedes alojarte con tu caravana o incluso comprar o alquilar una mobile home y disponer de ella todo el año.
El día pasó demasiado rápido y nos fuimos a dormir agotados. A la mañana siguiente volvió a salir el sol y decidimos pasarlo en la piscina exterior, que aunque el agua estaba demasiado fría para mí, el pequeño Ares no veía el momento de abandonarla.
El personal que nos atendió fue encantador, desde la recepción, con la maravillosa atención de Patricia, hasta las chicas del restaurante que supieron ganarse la sonrisa de Ares con los chupachups que le daban cada vez que íbamos.
Me llevé el ordenador para adelantar trabajo, el ipad como recurso fácil por si Ares se ponía demasiado inquieto y dos cámaras de fotos. Pues nada de eso llegué a utilizar, de hecho ahora lamento no haber hecho más fotos (las que veis publicadas aquí están hechas desde el móvil), pero es que cuando uno entra en ese lugar, se transforma y se relaja de tal manera que se olvida de todo lo demás.
Desde luego, familias con hijos pequeños, no os lo penséis. Está sólo a 100km de Barcelona (nosotros tardamos 1hora y cuarto en carretera buena) y muy cerca del Pirineo, con lo que también resulta una estupenda alternativa para los aburridos inviernos.
A Albert le tiene fascinado ese lugar y dice que tenemos que volver cuanto antes.
Si necesitas más información para acabar de convencerte o hacer una reserva, puedes hacerlo a través de su página web: http://www.bergaresort.com.
¿Conocíais este lugar? ¿Habéis estado en alguno de este estilo?