Llevábamos meses preparándolo, haciendo planes, hablando con unos y con otros, comentando quién iba a ir y quién no y dónde nos alojaríamos. Mientras esperábamos, algunos tuvieron otros compromisos como conferenciantes; otros leían las crónicas de esas presentaciones. Pero, al final, llegó el momento de encontrarnos en Valencia, donde aproveché para introducir al mundo tuitero-bloguero-traductoril a una gran amiga que ha estado trabajando duro detrás de bambalinas: Vanessa Lorite (Paloma para algunos; Lorena para otros). Y con ella es con quien escribo esta crónica, aprovechando que le ha gustado el mundo cibernético (por cierto, se creó una cuenta de Twitter, @valocor, por si queréis seguirla) y de que quiere estrenarse en esto (me ha contado un pajarito que, muy pronto, ella también tendrá un blog… Shhhh, ¡es un secreto!).
Llegó el viernes y, con él, los nervios. Nervios por ver a algunos conocidos (Pablo Muñoz y Lluís Cavallé) y por conocer a otros con los que he estado hablando de forma virtual y cuya imagen era, para mí, una imagen chiquitita al lado de sus comentarios de Twitter o Facebook. Creyendo que el curso de Word que impartía el archiconocido Xosé Castro empezaba a las 16.00 h, llegamos allí a las cuatro menos cuarto… Y no había ni un alma. Preguntamos en recepción y nos dijeron que empezaba a las 16.30 h. Chachi. Era el momento perfecto para ir a disfrutar del sol. Volvimos al cabo de media hora y, ahora sí, ya se oía el bullicio de la gente que esperaba que comenzase el curso. En el recibidor del sótano reconocí a Manuel Saavedra y a Jordi Balcells. Después Ana Rubio e Irene Sánchez se presentaron (cómo cambia la gente de la minifoto del Twitter a la realidad… Para bien, claro, la gente es siempre más guapa en persona). Poco después llegó Pablo con Judit, y también descubrí que, por ahí, andaban Lluís y Marta Ortells.
No sé si a ti te pasa, Vanessa, pero cuando desvirtualizas a alguien (¡qué raro suena!) con el/la que llevas meses hablando a través de una pantalla de ordenador es algo extraño, a la vez que emocionante. Podemos ocultarnos detrás de ese iconito con nuestra imagen (o lo que sea que usamos), detrás de esos 140 caracteres. Pero al conocer a alguien ya en persona, no hay forma de ocultarte: eres lo que eres.
Bueno, Curri, en mi caso, no conocía a nadie de los mencionados arriba, ni en persona ni virtualmente, pero la verdad es que estaba muy ilusionada porque me habías hablado muy bien de todos ellos y, bueno, no me decepcionó ninguno J Me alegro mucho de haberlos conocido a tod@s y, además, en persona directamente. Esta vez, la relación será a la inversa: primero nos conocemos en persona y, después, podremos seguir en contacto de forma virtual, ya que Curri no ha dudado un instante en introducirme en el mundo tuitero…
Tras las presentaciones, entramos en la sala donde Xosé estaba preparándolo todo, nos aposentamos al final del todo, descubrimos las chuches que nos habían dejado como obsequio y pensamos: «¡Me encanta!». Y empezó el curso. Los que ya conocen a Xosé, sabrán qué tipo de cursos hace, muy cómicos y, sobre todo, dejando que la gente colabore. Vamos, ideal de la muerte: aprendes al tiempo que haces risoterapia.
Es verdad, Curri. Para mí fue una experiencia totalmente nueva. Nunca había acudido a un taller de traducción y corrección propiamente dicho, pero desde luego estrenarme en esto con la charla de Xosé ha sido una suerte. Como mencionaba Curri, aprender divirtiéndote es, sin duda, la mejor forma de motivarte e interesarte por algo. Desde luego, ha sido una conferencia diferente a todas las que he acudido anteriormente. Xosé actuó de una manera tan natural que creo que tod@s nos sentimos parte activa del taller, en el que por supuesto, nos hizo totalmente partícipes y nos animó a colaborar en todo momento.
Sobre el curso, aunque no queremos haceros una lista de todos los truquitos (más que nada, por no chafarle el negocio a Xosé y, sobre todo, porque necesitaríamos varias entradas para ello), sí que queremos compartir la experiencia positiva que vivimos.
1. Hay que conocer y dominar el Word (y el resto de programas que usamos para traducir) más que a nosotros mismos, porque de ello depende nuestra productividad. Al fin y al cabo, es nuestra máquina de hacer dinero. Cada vez que queremos buscar algo en internet, o consultar el glosario que el cliente nos ha enviado, o ver el correo que nos acaban de enviar con una oferta de trabajo «soltamos» el teclado y movemos la mano al ratón, buscamos el cursor y elegimos la opción que queremos, perdemos unos 5 segundos. Al cabo de unas horas, esos 5 segundos se convierten en valiosos minutos que podrías dedicar a descansar, a mirar por la ventana o hacerte una manzanilla.
2. Nadie nace aprendido ni con la lista de atajos del Word metida en la cabeza, así que, aunque no nos guste, para aprender, primero tendremos que saber qué combinación de teclas hace qué o qué combinaciones podemos asignarle a otras acciones que nos interesen. Y, después, practicarlo, practicarlo mucho para que se transforme en algo innato, como el Ctrl + G (o Ctrl + S, si tu Word es inglés) para guardar el documento siempre que nos detengamos, aunque sea para rascarnos la nariz. Y para demostrarnos que vale la pena perder un rato (o unos días) intentando aprender todos los trucos que nos daba, hizo la prueba con un voluntario: Xosé cronometró el tiempo que tardaríamos en hacer algo usando el ratón y, después, cronometró cuánto tardaba él en hacer lo mismo pero sin usar el ratón. A mí, me convenció, oiga.
3. Absolutamente todos los elementos de los menús y las acciones de Word (y, por extensión, el resto de programas de Office) pueden personalizarse y pueden recibir una combinación de teclas. Todo es ponerse un día, buscar qué nos interesa utilizar y personalizarlo a nuestro gusto.
4. Las opciones dentro de la configuración de Word que vienen por defecto suelen ser bastante molestas.
Por ejemplo, Si vais a Herramientas > Opciones, veréis que hay montones de pestañas y opciones para seleccionar. Seguro que la mayoría jamás las ha tocado. Yo (Curri) confieso que, en algunas pestañas, sí que he cambiado cosas, pero nunca he llegado a entender todos y cada uno de los puntos, así que, os aconsejo que activéis la Ayuda de esa ventana. Para ello, abrid la ventana Herramientas > Opciones y haced clic en el interrogante al lado de la cruz para cerrar la ventana, y os saldrá esto →
Si le dáis a cada uno de los enlaces, os sale la explicación de las pestañas y de cada elemento que hay en ellas.
5. Lo mismo habría que hacer con la autocorrección, que suele tener combinaciones de caracteres que pueden molestarnos bastante. Elimina todo aquello que no te interese (mejor, dicho, elimínalo todo), y añade todo aquello que vaya a serte útil que Word te lo autocorrija, como (R) por ®, o << y >> por « y ». Hay que usar esta autocorrección para hacernos la vida más fácil, no para que tengamos que deshacer lo que a Word le parece J
6. Desde luego, uno de los trucos más interesantes fue la creación de macros. No sé vosotros, pero siempre las hemos considerado un tabú, «algo al alcance de unos pocos elegidos». J Y, desde luego, Xosé nos hizo ver que no es tan fiero el león como lo pintan. Para evitar repetirnos, podéis consultar el blog de Pablo, que seguro que os sorprende. Eso sí, ¡animaos a probar suerte!
7. Todo lo que está en Office 2003, también está en Office 2007 y 2010. Solo hay que buscarlo J Incluso puedes añadir el menú de Office 2003 si quieres (Pablo lo ha explicado muy bien, así que, no vamos a repetirnos).
Al acabar, ya no quedaban chuches y teníamos la cabeza llena de ideas y buenas proposiciones. Pero lo mejor estaba aún por llegar: cena, copas y cotilleos. La noche se nos hizo corta porque había que madrugar al día siguiente, pero valió la pena.
Os invitamos a visitar las bitácoras de otros traductores que también comentaron sobre el curso, como por ejemplo, Pablo, quien hizo un buen resumen de lo principal. También Judith Carrera y Carolina Rodrigo hicieron una buena crónica del fin de semana traductoril. Si no os basta, hemos encontrado a dos traductoras más que no conocíamos, pero que también han sabido plasmar muy bien lo interesante y productivo que fue el fin de semana: Ana Belén y, de una forma un poco más personal, Empar Paredes.
¡Muy pronto habrá más!