¿Os acordáis de Adam Lanza, el asesino de Newton? La relación entre el uso de medicación o su discontinuación reciente y episodios de violencia sangrienta en escuelas o lugares de reunión colectiva, se ha probado al parecer, en más de 30 casos en los USA. En el de Adam Lanza, las primeras informaciones dadas en prensa fueron que tenía un síndrome de Asperger y que había tomado medicación psicotrópica. Esto se negó en las primeras revelaciones de las autoridades que no detectaron drogas legales o ilegales en sus análisis.
La cuestión no se ha cerrado pues ante la insistencia de Ablechild, una organización americana crítica en estos temas y su intento de obtener acceso a su historia médica, el asistente del fiscal general del Estado de Conneticutt ha contestado que la apertura de la historia médica de Adam Lanza al escrutinio publico “podría hacer que mucha gente dejara de tomar la medicación”. ¿Qué quiere decir esto y qué implicaciones tiene?
Al publicar sobre la semblanza psíquica del autor de la matanza escolar en Estados Unidos, ofrecí un enlace interesante sobre las conexiones entre medicamentos psiquiátricos y asesinatos en serie (podéis clicar sobre la foto para ampliarla).
La preocupación del fiscal es que quienes estén tomando los mismos medicamentos que Lanza dejen de tomarlos. Parece una actitud paternalista ¿quién es este fiscal para decidir sobre la libertad de elección de los pacientes? Además, es una actitud poco crítica con los daños que pueden provocar tantos psicofármacos. Da por hecho que estos son buenos, beneficiosos y ya está, que no tienen contraindicaciones, que no pueden causar adicción y favorecer conductas violentas como se ha documentado hasta la saciedad.
Tenemos derecho a saber pues no es descabellado que los fuertes medicamentos que tomara este asesino fueran uno de los desencadenantes de la tragedia.
También es interesante saber que, como explica mi compañero abogado y co fundador del Bufete Almodóvar & Jara y Bufete RAM, Francisco Almodóvar:
Tanto en España como parece ser que en USA este tipo de medicación relacionada con la salud mental no está sujeta a ningún control legal, es decir, el consentimiento informado terapéutico NO está regulado. Sí está regulado el consentimiento clínico pero no el terapéutico en el ámbito de los medicamentos.
¿Qué relación tiene esto con el asunto que nos ocupa? Pues que una regulación del consentimiento terapéutico en fármacos debiera contemplar aspectos como el seguimiento farmacoterapéutico, el cumplimiento terapéutico, el historial farmacoterapéutico, el diseño de un plan terapéutico personalizado, el papel de los farmacéuticos y los médicos a la hora de generar, comunicar y organizar la información terapéutica, etc.
El médico llegado el caso suele desentenderse puesto que él no es el que más sabe de medicamentos. El farmacéutico sabe más de medicamentos que el médico. A su vez, la industria farmacéutica sabe más que el farmacéutico pues tiene toda la información de ese producto. ¿Y el ciudadano? Está obligado a cumplir con la terapia medicamentosa? ¿Qué consecuencias tiene el incumplimiento de dicha terapia?
La información terapeútica exige el diseño de estrategias multidisciplinares para poder abordarla con responsabilidad y en positivo. Ahora cada agente diluye su responsabilidad en cuanto al medicamento. Falta una regulación específica sobre la información en medicamentos. Este producto no es un producto cualquiera, puede matar, herir y curar, claro que sí pero no es un producto de consumo “normal”, que es lo que nos quieren hacer creer muchos laboratorios, legisladores, administraciones públicas, médicos, farmacéuticos, etc. ¿Dónde queda el ciudadano?
Sin duda divulgar la información sobre qué tomaba Lanza ayudará a evitar futuras matanzas.