Revista Opinión

UN FRÍO NEGOCIO PATRIÓTICO. Hoy, hace 20 años. 24 de febrero de 2002

Publicado el 24 febrero 2022 por Cronicasbarbaras

En febrero de 1972 se produjo un milagro que atribuyeron a la Virgen que hace bailar al sol en el Escorial: Paquito Fernández Ochoa, de las humildes y cercanas pistas de esquí del norte de Madrid, ganaba una medalla de oro en los JJOO de invierno en Sapporo, Japón.

Ratificó el prodigio Fray Justo Pérez de Urbel, abad del también cercano Valle de los Caídos, construido por esclavos de guerra. Tres años después enterraron allí a Francisco Franco, admirador de Paquito.

El deporte tenía poca tradición en España y Paquito era como un lapón convertido en la mayor figura del toreo. Creó afición y aprovechó el éxito para hacerse próspero empresario de la nieve abriendo tiendas de equipos deportivos.

Nunca más descollaron los españoles en montañas nevadas. Hasta ahora, con Johann “Juanito” Muehlegg, ganador de tres medallas de oro (si las conserva) en Salt Lake City, EEUU.

Español de importación desde hace tres años, besa, exhibe y ondea la bandera patria como hizo otro germánico por parte de padre, el Emperador Carlos I de España y V de Alemania, quien logró un imperio en el que nunca se ponía el sol.

Así que Paquito perdió protagonismo y se enfadó: “Juanito no es español”, gritaba.

Es comprensible, porque en cuestiones patrióticas, el euro es el euro: después de 30 años de monopolio, Paquito tiene un rival en los corazones esquiadores y, sobre todo, un futuro competidor en el negocio de la nieve.


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