¡Menudo chollo ser gerente municipal de limpieza en Las Palmas de Gran Canaria! El actual cobra la redonda y bonita cifra de 60.000 euros al año - 5.000 mes tras mes - y además puede irse a casa el jueves y no volver hasta el lunes. Si ya me lo decía mi madre: "¡estudia para gerente de limpieza, mi niño, si quieres llegar a algo en la vida!". Se da la circunstancia nada menor de que el agraciado con la lotería municipal es natural de Torrelavega, comunidad de Cantabria, muy al norte de la Península y, claro, siente morriña o como se diga en cántabro. El terruño y los guisos de la abuela tiran que es una barbaridad, así que por qué no permitirle que deje la oficina el jueves para que tenga tiempo suficiente de estar con la familia y tomarse unas cañas con la cuadrilla.
Por lo demás, es público y notorio que los alquileres en Las Palmas de Gran Canaria superan con creces los de Tokyo y Nueva York y con la miseria que cobra no tiene el pobre para alquilarse un pisito de 50 metros cuadrados con derecho a azotea en el que residir en los pocos ratos libres que le deja el curro. Que se vaya a casa desde el jueves para que descanse es la mejor solución y si surge algún problema urgente lo puede resolver con un par de wasaps y seguir disfrutando de su gente y de los verdes paisajes de su tierra. Eso sí, al chico en cuestión hay que reconocerle que es una joya en lo suyo y, además, hay que agradecerle como se merece que dejara el puesto que tenía en el ayuntamiento de Torrelavega para anunciar la buena nueva de la limpieza en Las Palmas de Gran Canaria. Que la ciudad esté más o menos como siempre, más limpia en unos sitios e igual de sucia en otros, es solo porque aún no le ha dado tiempo de desplegar todo su saber hacer, pero dejen que pasen otros dos meses y nos convertiremos en la ciudad más limpia del Atlántico medio y parte del extranjero. Que nadie se rasgue las vestiduras ahora por el sueldo que le paga el ayuntamiento a cambio de trabajar cuatro días a la semana: sabido es lo estresante que resulta ser gerente municipal de limpieza y la necesidad de reposo que tienen los que se dedican a este peligroso oficio. Cosa distinta sería que en Las Palmas de Gran Canaria hubiera decenas de personas sin techo durmiendo al raso, paro, exclusión social y barrios dejados de la mano municipal y, lo que es peor, sin esperanzas algunas de que algún día pase por ellos la muy famosa y publicitada metroguagua.
A Dios gracias, nada de eso ocurre en esta ciudad y, en consecuencia, podemos ponernos rumbosos con el salario y las condiciones laborales de un gerente que conviene no obligar a trabajar demasiado no vaya a ser que en una de sus escapadas de largo fin de semana a Torrelavega se nos quedá por allí y no vuelva: ¡a ver en dónde íbamos a encontrar otro de su valía y conocimientos, y sobre todo, a tan buen precio! Ni caso a quienes se acuerdan ahora del "carácter marcadamente social" de este gobierno municipal para echarle en cara el salario de nuestro gerente estrella. Y menos caso aún a quienes sacan a relucir que el partido de la concejal que ha pescado a esta séptima maravilla de la gerencia de la escoba y el rastrillo, llegara hace tres años a las instituciones prometiendo otra forma de hacer política y acabar con la casta repartiendo a diestro y siniestro toneladas de honestidad y transparencia. ¿Es que alguien pone en duda que lo está demostrando con creces y, sobre todo, con una extraordinaria generosidad?