Desde hace un tiempo bastante inmemorial la gente moderadamente educada, cuando tose, se pone la mano, o bien el puño, delante de la boca. En algún momento las autoridades sanitarias indujeron a proteger la salida de esputos al aire cuando se tose.
No he encontrado referencias del origen de ese gesto, pero si que fue el médico alemán Pflugge quien describió las gotículas de saliva que se expelen con la respiración y, tanto más, con la espiración forzada de la tos, de 5-10 micras, y los aún más pequeños núcleos goticulares de Wells, de menos de 5 micras d diámetro. En el siglo XIX, lo educado era cubrirse la boca al toser. Pero ya estamos en el siglo XXI.
Las recomendaciones que surgieron alrededor de la epidemia de gripe H1N1 del año 2009, dejan atrás ese gesto social de cubrirse la boca cuando se tose. Eso estaba bien para cuando el bacilo de Koch, el Mycobacterium tuberculosis campaba por sus respetos y se configuró como la “peste blanca”. Ahora sabemos que la mayor parte de las enfermedades respiratorias virales como la gripe, el virus respiratorio sincitial (RSV) o la tos ferina se propagan por la tos, los estornudos o se trasmiten por contacto con las manos y a eso no ayuda ponerse la mano delante de la boca.
Para ayudar a detener la propagación de los virus las recomendaciones son:
• Cubrirse la boca y la nariz con un pañuelo desechable cuando tosa o estornude.
• Tirar el pañuelo usado a la basura.
• Si no se tiene un pañuelo, toser o estornudar en la manga de la camisa o el codo, no en sus manos.
• Lavarse las manos frecuentemente con agua tibia y jabón durante 20 segundos.
• Si no hay jabón y agua disponibles, usar un desinfectante para manos a base de alcohol.
La buena educación y urbanidad que se debe enseñar a los niños debe incluir esas recomendaciones y dejar el gesto de la mano o el puño delante de la boca para las representaciones de comedias antiguas…
X. Allué (Editor)