Arranca ya una nueva legislatura. Por fin se desveló la incógnita que traía de cabeza a periodistas, políticos ministrables y a los españoles en general. Serán 12 los ministerios de este nuevo ejecutivo que contará además únicamente con una vicepresidencia. De esta manera, Rajoy ha empezado a aplicar la tijera en casa, y con los recortables ha conseguido solapar ministerios.
Pero lo que más ha sorprendido a todos ha sido el hermetismo que se ha guardado en torno a la decisión del nuevo presidente que no se desveló hasta el momento exacto de su presentación. Yo siempre he dicho que si no quieres que se enteren, no lo cuentes, pero de ahí a no contárselo a los propios implicados o conminarles a que el puesto exigía absoluto silencio, que es lo que en realidad parece que ha ocurrido, requiere grandes dotes de conciliador.
A mí la última vez que me dijeron que no podía contar los secretos añadieron que si me atrevía a hacerlo, ya nadie confiaría en mí. Y fue verdad. Quien me iba a decir a que tras enterarme de que Maruquita le era infiel a su marido y decírselo a su vecina, se iba a enterar todo el pueblo. Tras este pequeño error por mi parte, tuve que abandonar el puesto de confesor en prácticas en la vicaría y me degradaron a monaguillo raso.
Pero de vuelta al nuevo equipo de Mariano Rajoy, hay que destacar que tienen por delante uno de los retos más difíciles de una era, sacar adelante un país, que al igual que muchas naciones europeas, está al borde del colapso financiero. Tarea por cierto, que no habrían aceptado ni Chuck Norris y Rambo juntos.
Lo que ahora nos queda por ver es hasta qué punto se implicarán y realmente que es lo que van a conseguir. De entrada, ya tuvieron el voto del pueblo, mientras lo hagan bien tendrán un voto de confianza, pero como se les vaya la mano seguro que acaban por conseguir que los “boten” a la basura. Así que esperemos que hagan las cosas bien porque como dicen en mi pueblo: “Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”.
Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…
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