Revista Política

Un gran día para la gastromonía

Publicado el 03 junio 2018 por Noostradamus
¿Qué tal ayer?. De puta madre, chaval, quedamos como a las doce para tomar el vermut y el aperitivo, y estuvo muy bien, un par de horitas echándonos una risas, porque tienen un vermut cojonudo en ese local. Si, es bueno, el jodío. Y luego pasamos al comedor, empezamos con un jamoncito de bellota del de verdad no de ese que traen de Rumanía y que se comen los pobres pagando como si fuera del de bellota auténtico. Estaba cojonudo, como siempre. Joder macho, cómo te cuidas. Yo, de toda la vida, ya sabes o calidad o nada. Luego trajeron una croquetitas de boletus, muy cremosas, pero con el rebozado justo para estar crujientes por fuera, la verdad es que las hacen muy bien y el boletus siempre es el boletus, que no es lo mismo que unas croquetonas de esas guarras y aceitosas con restos del cocido que comen los pobres. Y caseras de verdad, un lujo de croquetas.
Luego nos sacaron unas alcachofas a la plancha, un tiradito de pez mantequilla y tomatito rosa con escamas de sal Maldon. Pez mantequilla, ¡qué cosas nos han traído las tradiciones culinarias del lejano Japón!, no se si lo pueden tomar los intolerantes a la lactosa por eso de ser mantequilla, pero estaba para chuparse los dedos, y la sal Maldon, ¿cómo no va a ser excelente una sal que tiene hasta apellido? eso es porque sin duda es una sal de buena familia de las de toda la vida y no como la sal común, que como su nombre indica es de un vulgar despreciable. Eso lo regamos con un blanco verdejo bien fresquito, que no veas cómo cayeron las botellas, que estaban de vicio.
Luego nos sacaron un atún rojo picante, pero del bueno de verdad, no ese que se come la gente que es mercurio en un 90% y tinte de remolacha el 10% restante para que parezca rojo, no, no, del bueno, bueno, del que se llevan los japoneses que lo pagan a precio de oro porque más que bueno es excelente. Una exquisitez, oye. Regado con un buen blanco de Rueda, que es lo que mejor casa con el pescado de calidad porque realza su sabor y en boca está lleno de matices que destacan la textura del atún rojo, porque el que no se cuida es porque no quiere. Tienes razón, hay que saber quererse a sí mismo para poder ser feliz. Siempre lo he pensado y practicado, en la mesa es lo primero.
¿Y luego?, pues nada, nos sacaron un excelente solomillo de vaca gallega a la brasa, exquisito, oye, es su justo punto, ni muy hecho ni muy poco hecho, es que las carnes a la brasa hay que saber hacerlas porque no sólo es que la materia prima sea de la mejor calidad, también está el arte del cocinero para lograr el punto exacto que haga de tan sencillo plato un placer gastronómico. Iba acompañado de un puré de patatas, pero con patata de la buena, que en eso enseguida dan el cambiazo y sirven uno de sobre, porque en la restauración hay mucha picaresca, que ya se sabe que este es un país de pícaros, pero eso en restaurantes de verdadera calidad no pasa, ahí sí que saben cocinar como dios manda. Lo regamos con un Amarem Luis Cañas, un titno excelente, que puede parecer caro, pero es que merece la pena pagar lo que cuesta porque lo vale, una delicia para acompañar carnes excelentes.
Y de postre nos sacaron un cremoso de queso y guayaba, es que al parecer el cocinero es cubano y eso del queso con guayaba es algo de su tierra. Muy bueno, la verdad. Pues muy bien, os pusísteis hasta el culo por lo que veo. Sí, fue una gran comida, desde luego. Pero lo mejor vino después, que la sobremesa fue de antología. ¿Ah, si?, cuenta, cuenta.
Pues nada tío, que empezamos pim, pam, pim, pam, que si un whiskito por aquí, que si un whiskito por allá, total que al final nos despeñamos dos botellas de whisky, pero del bueno de verdad, el que entra como si fuera agua y que es un no parar, total, que al final nos tiramos de sobremesa hasta las diez de la noche, allí pimplando un whisky detrás de otro, una pasada, oye. Fue una día total. Que cuando salí para ir al coche me tuvieron que conducir hasta la puerta sujetándome a cada lado por los codos, pero es que mereció la pena, fue un día cojonudo.
Joder, pues me alegro por tí, y ¿qué tal al día siguiente?. Pues nada, que ya no era Presidente.

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