"..Niños, no hagáis ésto en casa..."
Todo el malaguismo está de enhorabuena. El club que tantas temporadas de sufrimiento y malos ratos nos ha regalado, se está transformando en un "Grande". Sabedores de que dicha metamorfosis precisa de un período de transición, en el cual estamos ahora, los aficionados ya saborean las mieles del éxito.
El equipo ya ha hecho historia al clasificarse por primera vez y de manera directa, para una competición europea. Pero eso no es todo, ya que están muy cerca de saltarse el paso por la Europa League para acceder directamente a la máxima competición continental.
Ayer, como muchos aficionados al fútbol, presencié la consecución del título de Liga por parte del Real Madrid. El implacable juego que han realizado los merengues durante toda la temporada se ha visto notablemente empañado por la actitud de varios miembros importantes de la plantilla. Los continuos plantones de su entrenador a la prensa y por consiguiente, a los seguidores que esperan oir sus palabras; la guerra de declaraciones e indirectas mantenida entre Madrid y Barcelona, ruedas de prensa mediante; y un largo etcétera. Anoche, el colofón a la fiesta de incongruencias lo puso uno de los mejores futbolistas del mundo al cual idolatran y admiran niños de toda raza y condición. La imagen del inicio de la celebración del alirón la protagonizó un Cristiano Ronaldo haciendo un feo gesto a Javi Martínez. Es inútil toda justificación.
El Barcelona de Guardiola también ha demostrado estar hecho de la misma pasta que su mesetario enemigo. Si la virtud de este club, más allá de lo futbolístico, había sido el saber ganar y perder; ayer su (todavía) entrenador se encargó de desmontarla con un "tirito" dirigido al alirón del Real Madrid.
Desde ambos clubes ha quedado patente que, por mucha calidad que tengas, el éxito te nubla el juicio.
Ayer, usando un poco de imaginación, pensé en mi equipo siendo el centro de atención del país. Ganando campeonatos y subcampeonatos. Y dando la imagen que nuestros dos cabezas de turco han dado al resto del mundo. Sentí más vergüenza que orgullo. Para ser un "Grande" de esa forma, prefiero seguir siendo un "Pequeño".