En un restaurante chino de Dublín, unos activistas han entrado, mientras los comensales consumían sus platos, se han llevado los crustáceos y los han devuelto al mar, acompañándose la noticia en un medio de tirada nacional, de la imagen que se adjunta en nuestra entrada de hoy.
Alejandro Pumarino, asturiano de pura cepa, conoce a los animalitos de la fotografía como bugres, en español bogavantes y en este Gijón del alma, llocántaru, y es un crustáceo más sabroso que la langosta, desde mi punto de vista. Se consume habitualmente cocido o a la plancha, pero había un famoso restaurante en el pueblo que lo cocinaba a la catalana y se comía con arroz blanco. No olvidemos famosas sidrerías en las que su plato estrella es el arroz con bugre, generalmente acompañado de almejas (amasueles en Asturias). No reivindicamos el bable, ni siquiera como dialecto, pese a la sensible diferencia en la denominación de productos del mar, pero no podemos permitir que pase desapercibido calificar de langosta a los bogavantes, y menos aún que el error alcance un diario de amplia tirada nacional, sin llamar la atención sobre el particular. Sea restaurante chino o asturiano, sea cocido o a la plancha, el bubre es bugre y la langosta es otra cosa. Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.